Los pastores debemos corregir con amor, afirma el arzobispo

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, aseguró que corregir con amor es una obligación de todo bautizado, y advirtió que cuando esta corrección se ejerce sin cariño, puede causar daño, ofensa y poner a prueba la fe de los creyentes.

“Es una tarea de padres, maestros, amigos, jefes y de toda persona que quiera influir positivamente en otros. Corregir con amor no solo es más humano, también da mejores resultados”, señaló.

Citando a San Pablo, recordó que el anuncio del Evangelio incluye la instrucción y la corrección, “pero siempre con sabiduría, para que todos lleguen a ser cristianos maduros. Que nunca quede la idea de que corregimos solo por mal carácter”.

Monseñor Rodríguez comparó este deber con el trabajo de un árbitro: “Si no actúa a tiempo, puede estallar una batalla campal. Lo mismo aplica a quienes nos gobiernan: deben corregir al que delinque con eficacia, pero también con amor y firmeza”, subrayó.

Expresó que el verdadero líder, sobre todo si es cristiano, debe actuar movido por el amor al pueblo, en especial hacia las víctimas de la injusticia y el sufrimiento.

También reflexionó sobre el valor redentor del dolor, recordando que San Pablo se alegraba de sus sufrimientos porque, decía, con ellos completaba lo que faltaba a la pasión de Cristo, en favor de la Iglesia.

“Cada cristiano debe asumir sus penas como una ofrenda por sus seres queridos, por la Iglesia y por la humanidad”, dijo.

El prelado insistió en que ningún sufrimiento será ignorado por Dios: “No quedará impune ningún asesinato, aborto, secuestro, robo ni abuso contra los migrantes. Aunque en este mundo haya impunidad, no la habrá ante el Señor”, aseguró.

Agregó que Dios recompensará a quienes han perdonado, a quienes han ofrecido su dolor con fe y a quienes se esfuerzan por aliviar el sufrimiento ajeno. Rodríguez Vega también invitó a todos los fieles a descubrir su vocación.

“Cada oficio o servicio que desempeñamos puede ser parte del plan divino. Cuando se vive así, la existencia cobra sentido”, dijo.

Durante su mensaje dominical, también reflexionó sobre la hospitalidad cristiana. Comentó que tanto la primera lectura, con la visita de los tres caminantes a Abraham, como el Evangelio, con la acogida de Jesús en casa de Martha y María, nos enseñan la importancia de recibir al forastero y al necesitado como si se tratara del mismo Dios.

Subrayó que Martha, apurada con los quehaceres, se queja de que su hermana no la ayuda, pero recibe un dulce reproche de Jesús: “Martha, muchas cosas te preocupan, pero solo una es necesaria”.

El arzobispo preguntó a los presentes: “¿Cuáles son esas muchas cosas que te inquietan? ¿Crees que nadie tiene tantos problemas como tú?”.

Dijo que en la aceleración diaria podemos perder la capacidad de escuchar y atender a los demás, convirtiéndonos en islas.

“Hasta los sacerdotes podemos caer en ese error, si nos olvidamos de que solo Dios basta”, recalcó.

Finalmente, aseguró que quienes separan tiempo para la oración, como San Isidro Labrador y otros santos trabajadores, encontrarán paz y sentido en su vida.

“Dichosos quienes traen al Señor en su pensamiento como unos lentes para ver todo del color de Dios. Y seguramente, luego de la conversación con María, Jesús también le habrá dicho: ‘Anda, ve a ayudarle a tu hermana’. Porque Él no desprecia el trabajo humano, que aprendió de San José”.

Y concluyó: “Así como algunos relojes modernos nos sugieren pausas para respirar, que el respiro de Dios nos dé la fuerza para seguir adelante, atentos a Él y a quienes nos rodean”.

Texto y foto: Darwin Ail

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