Los retos de la producción literaria en Yucatán

De las más de 30 imprentas que producían textos, hoy día no pasan de ocho los talleres para competir en el mercado de libros y revistas, opinó Gaspar Gómez Chacón, empresario editorial y propietario de Compañía Editorial de la Península (Cepsa).

“Si un escritor yucateco logra vender más de 300 ejemplares, resultaría todo un suceso”, dijo.

Entrevistado en el marco del Día Mundial del Libro, que se celebra mañana, el empresario editorial manifestó “Como siempre sucede, cuando se trata de recortar, los gobiernos federal, estatal y municipal se van directo a los renglones del arte y cultural por ser prescindibles, respecto a otros rubros como lo económico y social”.

“La cultura, la historia, la poesía y otros productos culturales pasan a un lugar secundario”, abundó.

Unos de los retos de la producción editorial es que las instituciones apliquen mayores esfuerzos en la distribución, “tener libros embodegados es una pena. Los libros deben ‘caminar’ y llegar a su destinatario, el lector”.

De acuerdo a datos proporcionados por Gómez Chacón, en los últimos 10 años han desaparecido el 70 por cierto de las imprentas, “en razón que la mayoría de éstas vivían de la impresión de facturas y folletos. Las que sobreviven tienen que recurrir a los impresos comerciales”.

Los libros alcanzan para cubrir la nómina de las imprentas, aunque las máquinas alemanas tienen capacidad para trabajar 24 horas seguidas, pero “son utilizadas en un turno de ocho horas”.

La tradición literaria en nuestra entidad comenzó en 1813, cuando la imprenta llegó a la Península. “Yucatán tiene una larga tradición en materia de libros. Cuando llegó la imprenta, se inició la transmisión de ideas por vía impresa, a través de periódicos y revistas, también complementaron la tarea de imprimir libros.

“Ya transcurrieron dos siglos en los que aparecieron dos grandes figuras como Justo Sierra O’Reilly, Eligio Ancona y otros más, que no sólo incursionaron en las letras yucatecas”, comentó.

Una vez formado el mercado de lectores, se impulsó la necesidad de tener imprentas que produjeran obras “que anteriormente se trabajaban en España o en la capital de la República”.

A principios del Siglo XXI, la revolución tecnológica impuso formas más eficientes para la producción de libros y revistas.

Con base en algunas cifras, Gómez Chacón describió el mercado de lectores de Yucatán como de “los más altos, entre los diversos estados de la República”.

Lo anterior se ve reflejado en el número de periódicos que circulan en la actualidad.  “Hay un buen índice de lectores”; sin embargo, los best sellers “vienen de afuera”, abundó el entrevistado.

 

Libro impreso, en crisis

 

El también ex alcalde de Mérida señaló que el libro impreso pasa por una crisis originada con la aparición digital; “sin embargo, no ha podido sustituir a los libros que salen bajo el sistema de máquinas offset”.

“Los lectores asiduos advertimos que todavía no hemos encontrado un reemplazo eficiente del libro-objeto, aquel que disfrutamos leyendo, subrayando, anotando y, desde luego, el olor a tinta que siempre lo acompaña”.

“El Kindle o lector de pantalla digital ha facilitado las consultas, pero no ha logrado despertar el placer que la lectura genera”, comentó el empresario y se cuestionó si el libro impreso desaparecerá.

 

Los beneficios de la tecnología

 

La tecnología trajo beneficios en la producción literaria como mayor rapidez en los procesos de impresión y facilidad para adquirir libros legalmente.

“Antes un libro, de 150 a 200 páginas, tardaba en imprimirse de

ocho a 10 días, ahora es de cuatro a seis. Además, hay una ventaja, que la digitalización facilita la reproducción inmediata de obras a través de archivos electrónicos”, ejemplificó.

Los avances en materia de automatización y digitalización con los equipos actuales han reducido los requerimientos de espacios.

“Hubo un proceso de compactación. ¿Qué propició? Menos espacios, menos gastos por servicios de energía eléctrica, ahorro en los tiempos de producción y otros factores que favorecen la migración del offset a lo digital”, enumeró.

En consecuencia, los avances tecnológicos también trajeron una merma en los empleos, al reducirse las “horas/hombre en los talleres”.

Los costos de producción de los libros se han encarecido.  Publicar un libro cuesta 30 mil pesos. “Muchos talentos y obras jamás alcanzan la edición, sobre todo por la falta de financiamiento”, precisó.

La producción literaria en Yucatán disminuyó en 40%, mientras los lectores incrementaron. “Los libros se han encarecido, hablar que aumentaron los lectores contrasta con el porcentaje de libros que se producen en Yucatán”, abundó.

El problema está en la circulación y comercialización, pue si las instituciones no son proactivas, los libros no se venden y terminan en las bodegas.

La falta de apoyos, opinó Gómez Chacón, representó la proliferación de las ediciones de autor en las que una sola persona investiga, escribe, busca los financiamientos, presenta el libro y los distribuye.

“Por eso las ediciones de autor han proliferado”, precisó.

Otro factor es que los libros no tengan un mayor número de 300 páginas. “Los ladrillos ya no se venden. Leer la ‘Guerra y la Paz’, de León Tolstói, es un reto”, puntualiza. Además, que los libros más comercializados son de superación personal.

En 2015, Cepsa imprimió nueve obras, al año siguiente fueron 11 libros (incrementó el 18%) y para este año se tiene en espera siete libros.

 

Bonanza en la producción literaria

 

En contraparte, Jorge Cortés Ancona, jefe del departamento del fomento literario y promoción editorial de la Secretaría de Cultura y las Artes (Sedeculta), informó que la producción literaria en Yucatán vive un buen momento por el auge en todos los géneros literarios.

Las tres generaciones de escritores: jóvenes, adultos y adultos mayores producen textos tanto en español como en maya.

“La producción literaria en Yucatán presenta un auge en todos los géneros literarios: novela, cuento, poesía, ensayo, así como trabajos para el público infantil”, abundó el funcionario.

Si bien la literatura yucateca pasa por un buen momento, existe una continuidad y a la vez renovación.

El año pasado se publicaron 24 libros, tanto de historia, ciencias sociales, artes, libro de partituras de Enrique Celis y Jorge “Coqui” Navarro, entre otros. A través del departamento literario o de la Escuela de Escritores, la Sedeculta apoya los jóvenes talentos de la literatura para que puedan publicar.

Aunque la intención es publicar varios libros, quizás en 2017 no se llegue a la misma cantidad del año pasado, “pero si mantener la variedad a cuántos temas”.

Cortés Ancona reconoció que hay la intención de reeditar libros para niños como sucedió en 2016 con “El Sol alrededor del parque” y “El cuartel de dragones”, de Beatriz Rodríguez Guillermo y Brenda Alcocer, respectivamente. También informó que ya se recibieron las solicitudes para editar libros, pero será el Consejo Editorial de la Sedeculta que apruebe o decline las propuestas presentadas.- Irbin Flores Palomino

 

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