Luciérnagas bajo amenaza

Salvador Castell-González 

Hemos visto que el tema de la extinción de las luciérnagas se ha vuelto tendencia, quizá por la llama desextinción de la que ya hemos hablado. Pero la realidad detrás de estas noticias habla de varias realidades en la que sobresale un creciente interés por las causas ambientales.

En esta ocasión la llamada de urgencia fue por un artículo publicado en el 2020 que se ha vuelto a retomar, donde después de un análisis minucioso de la información que se encontraba disponible se llegó a la conclusión de que la luz de las ciudades es una de las principales amenazas de las luciérnagas, ya que esta luz excesiva afecta los procesos de cortejo y reproducción de las luciérnagas. Aquí creo conveniente aclarar que no todas las luciérnagas generan luz en sus abdómenes, gran parte de ellas sí, pero algunas otras utilizan señales químicas.

Tan solo hay que recordar hace unos años cuando salíamos de viaje como el parabrisas quedaba salpicado de bichitos que se estrellaban durante el recorrido, hoy esa imagen ya no es igual, una clara señal que las cantidades de las poblaciones de insectos van en deterioro, un crudo reflejo de una silenciosa pero devastadora pérdida de biodiversidad.

¿Quiénes son los culpables de este oscurecimiento progresivo? Una combinación letal de factores, que son consecuencias de nuestras actividades. Por un lado, el uso indiscriminado de pesticidas, esa guerra química invisible que arrasa sin distinción, envenena su entorno y rompe las cadenas tróficas.

Por otro lado, el cambio climático* con sus eventos extremos cada vez más frecuentes, desestabiliza los ecosistemas de los que dependen.

Y, finalmente, la implacable pérdida de hábitat, la constante erosión de sus refugios naturales en aras del “progreso”, las despoja de su hogar.

La urgencia es palpable. No podemos permitirnos contemplar pasivamente cómo se desvanecen las especies, no solo las luciérnagas, sino toda la diversidad amenazada ante esta sexta extinción masiva. La pérdida de las luciérnagas es una llamada de atención, un llamado de urgencia que refleja nuestra desconexión con el mundo natural y las consecuencias de nuestras acciones.

Pero no todo está perdido, la esperanza aún puede encenderse. La solución radica en una acción colectiva y consciente, que comience en nuestros propios entornos. Reducir el uso de tóxicos en nuestros jardines, mitigar la contaminación lumínica, apoyar políticas ambientales responsables y preservar los espacios naturales son pasos cruciales.

Recuperar el hermoso brillo de las luciérnagas no es solo un acto de conservación de una especie; es un compromiso con la salud de nuestro planeta y, por ende, con nuestro propio futuro. Es hora de escuchar la silenciosa alarma que emiten estos pequeños seres luminosos y actuar con la urgencia que la situación demanda. El espectáculo de la vida en la Tierra depende de ello.