Nicolás Maduro solicitó ayer al Fondo Monetario Internacional (FMI) un financiamiento de 5,000 millones de dólares para tratar de paliar el impacto del coronavirus en la maltrecha economía venezolana. La petición del mandatario, realizada por carta a la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, pretende lograr “recursos que contribuyan significativamente para robustecer” la respuesta del sistema de salud, asfixiado por una emergencia económica sin precedentes en la historia reciente de ese país.
La solicitud es relevante porque choca frontalmente con los planteamientos de su Gobierno, duramente enfrentado al FMI y a los principales mecanismos internacionales de crédito. Y al mismo tiempo está por ver que esta decisión, calificada por el canciller Jorge Arreaza como “otra acción oportuna para proteger al pueblo”, vaya a llevar a una concesión del préstamo en medio de las sanciones y del aislamiento diplomático del chavismo.
En cualquier caso, esto demuestra que los venezolanos atraviesan por una crisis sanitaria en un país sin defensas. El impacto que ha tenido en la economía global la pandemia del coronavirus golpeará con dureza a los nichos de producción petrolera que aún se mantienen en pie en un país que ha reducido su PIB en dos tercios en los últimos seis años y es campeón en hiperinflación.
“Este era un año malo por razones endógenas, de nuestro propio ciclo de colapso. Ahora, la variable exógena de la pandemia nos afectará fuertemente por la caída de los precios del petróleo que ha generado el coronavirus y la guerra comercial de Arabia Saudí y Rusia. Todavía con la caída de la producción, el petróleo sigue siendo el sustento de la economía venezolana”, señala el economista José Manuel Puente.
El fin de semana volvieron a verse colas en los comercios. Eran personas buscando provisiones para el encierro. Con las flexibilizaciones de controles que emprendió Nicolás Maduro el año pasado, Venezuela había logrado recuperar un abastecimiento parcial, una recuperación artificial sustentada en la apertura de nuevas tiendas con productos importados, los llamados bodegones. Esta frágil mejora, según apuntan analistas, se revertirá por la reducción de los ingresos para la importación de bienes.
El precio del barril venezolano está a la mitad (24 dólares) de lo que estaba a comienzos de año. El Gobierno cada vez tiene menos capacidad de maniobra financiera. El pronóstico de una contracción del 10% para este año que ha hecho el FMI posiblemente será mayor por el paso del coronavirus, apunta Puente. Junto a las sanciones internacionales y la descarnada lucha por el poder en el marco de una dilatada crisis política, las medidas anunciadas por el Gobierno de Maduro para enfrentar la pandemia -distanciamiento social, suspensión de clases y cierre de ciudades- aparecen como inhibidoras, y se aplican en un Estado quebrado, insolvente de recursos, con muy pocos instrumentos para emprender un intento de recuperación.
Texto y foto: Agencia