Me importa demasiado el qué dirán

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

La opinión de otras personas va marcando nuestras vidas, desde lo que piensan nuestros padres, nuestra familia, nuestros amigos y amigas, vamos entendiendo quiénes somos, qué es lo que lo demás ven en nosotros, e incluso lo que valemos o nuestros méritos muchas veces los vamos moldeando a través de los ojos de otras personas. 

Esto puede ser una maldición cuando lo que dicen de nosotros está plagado de malas intenciones y la gente lo dice a propósito para hacernos sentir mal, o para dar una mala imagen de nosotros y hacerle creer a otra persona lo que somos quizás, o lo que hicimos, pero sacado de contexto, o sin decir la contribución de otras personas a nuestras acciones, para hacernos ver como los malos de la película, o a veces queremos guardar las apariencias o proyectar una imagen precisamente cuando entendemos, tal vez por lo que le pasó a otras personas, las consecuencias que tienen las habladurías, los chismes, y cuando la gente se empeña en destrozar la reputación de otras personas. 

Y en el gran foro de la opinión pública, a muchas personas no les importa si tienen pruebas, o si están diciendo la verdad, o qué intenciones tienen detrás de lo que dicen o lo que les conviene al hacerle creer a todo mundo sobre ti, muchas veces caemos presa de las envidias o sin darnos cuenta nos atravesamos en el camino de alguien sin escrúpulos, o a veces de plano nos hacemos conscientemente de enemigos o nos encargamos de caerle mal a la gente, o nos podemos portar altaneros o hacerle el feo a alguien, que termina desquitándose. 

El actuar social, la toma de decisiones en torno a los grupos de personas, es tan fuerte esa necesidad de pertenencia, que terminamos, como dice Brené Brown, psicóloga estadounidense, haciendo lo contrario, es decir, queriendo encajar, preocupándonos qué tenemos que decir, cómo nos tenemos que vestir y comportar para caerle bien a ciertas personas o ganarnos la confianza de alguien para que nos abran las puertas de cierto grupo del que queremos formar parte, y muchas veces pagamos el precio y no nos importa, pero luego vienen las consecuencias de sentirnos mal con nosotros mismos, o de darnos cuenta que tal vez no coincidimos tanto con la manera de pensar de ciertas personas, o que detrás de esas gentes que tanto admirábamos hay un lado oscuro que nos desilusiona, o nos terminamos teniendo que cuidar las espaldas para no recibir esas puñaladas por las espalda. 

Se dice fácil tomar los comentarios de quien vienen, no tomarse nada personal, se dice fácil que te valga, pero al final somos seres humanos de carne y hueso y no podemos evitar que ciertas palabras nos peguen emocionalmente y nos desbalanceen. Tampoco me gusta el extremo de querer controlar la opinión que las demás personas tienen de ti, pero sí creo que las personas cambian de opinión todo el tiempo, y que hay personas que merecen respuestas, otras explicaciones y otras absolutamente nada. 

Sentir que tienes las herramientas para darle la vuelta al asunto y convertir los fracasos en oportunidades, también es una lección de vida.