Medidas en libros

Al terminar el año, hice un pequeño repaso mental que me permito compartir con ustedes respecto a 5 libros que leí en el 2017 y que por algún motivo en especial me dejaron con una buena enseñanza, además de un buen sabor de boca. Desde hace unos años, también comencé con la manía de subrayar mis partes favoritas –sacrilegio– para algunos, pero es una forma en la que siempre puedo regresar a los libros y recordar alguna parte o frase que, por algún motivo, me haya parecido diferente a las demás.

El primer libro del año fue “Y las montañas hablaron”, del autor afgano Khaled Hosseini, esta historia arranca en una remota y desolada aldea de Afganistán, en una familia donde Abdulá, el hijo mayor, de diez años, ha cuidado de su hermana Pari desde que era pequeña. Con las decisiones coartadas por la pobreza, la familia se separa, y años después, la vida se encarga de regresar los recuerdos a su lugar.

El libro relata cosas comunes, que todos los países viven en similitud a pesar de las diferencias geográficas, culturales y religiosas. Mi frase favorita del libro fue: “Me dicen que debo adentrarme en unas aguas en las que no tardaré en ahogarme. Antes de que lo haga, te dejo esto en la orilla. Rezo para que lo encuentres, para que sepas qué llevaba en el corazón cuando me hundía”.

El segundo libro del año y el que acaparó la mayoría de mi tiempo fue “Rayuela” de Julio Cortázar. Debo reconocer que no estaba enteramente lista para esta lectura. En este libro, el autor argentino narra la historia de Horacio Oliveira por las calles de Paris. Las múltiples referencias de música y lecturas, la hizo un poco complicada, pero definitivamente tener la opción de elegir los múltiples finales fue una experiencia sumamente grata. Mi frase favorita del libro fue: “Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts”.

Mi tercer libro favorito del año fue “El viento de las horas”, de Ángeles Mastretta. Es un recorrido por los recuerdos de la autora poblana, como un diario que la acompaña a recorrer mucho de su vida en Puebla, y también tiene trozos actuales, de su vida en la ciudad de México, y su adoración por la isla de Cozumel. Es un libro de disfruté mucho, quedé gratamente sorprendida de la manera en que Mastretta puede hacer a un lector cómplice. Mi frase favorita del libro: “Imposible pasar por Cozumel sin un cambio en el alma. Algo de la serenidad impávida de la isla debería seguirnos a todas partes”.

Mi cuarto libro, que retomé por unas clases en las que abordábamos el sentir de los mexicanos fue “El Laberinto de la Soledad”, de Octavio Paz. Este maravilloso ensayo es un libro que todo mexicano debe leer y releer. Mi frase favorita del libro fue “Así sentirse solos posee un doble significado: por una parte consiste en tener conciencia de sí; por la otra, en un deseo de salir de sí. La soledad, que es la condición misma de nuestra vida, se nos aparece como una prueba y una purgación, a cuyo término angustia e inestabilidad desaparecerán. La plenitud, la reunión, que es reposo y dicha, concordancia con el mundo, nos esperan al fin del laberinto de la soledad”.

Por último, el libro que cerró mi año (y me acompañó unos días del 2018) es un poemario de Mario Benedetti: “El amor, las mujeres y la vida”, aunque no es común que me incline por poemarios fue en definitiva algo que necesito hacer más. La frase: “Sé que voy a quererte sin preguntas, sé que vas a quererme sin respuestas”.

Y mi primer libro del año es “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, en una bellísima edición especial. Ya tengo en la lista varios pendientes que espero que me sorprendan tanto o más que los mencionados con anterioridad.

 

Por Silvia Carrillo Jiménez*
silvia.carrillojimenez@gmail.com

* Asesora del Departamento de Turismo del Ayuntamiento de Valladolid y maestra en Desarrollo Sustentable y Turismo

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