Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com
El “memento mori” es una reflexión estoica. Según Marco Aurelio (el rey filósofo), el “memento mori” no es una idea pesimista, sino un recordatorio para vivir cada momento de nuestra vida plenamente y con propósito, asumiendo que la vida no es para siempre y que podría terminar en cualquier momento.
Esta reflexión estoica sobre la fugacidad de la existencia debe guiar nuestras acciones y pensamientos diarios, impulsándonos a no desperdiciar el tiempo en trivialidades y a vivir con sabiduría, virtud y serenidad.
Este pensamiento nos invita a reflexionar sobre el valor y sentido de nuestra existencia humana, permitiéndonos entender nuestra naturaleza de mortales a través de un tiempo que no se nos dio eterno. Nadie podrá quedarse aquí eternamente, ni postergar la muerte cuando ésta llegue. Por ello que cada minuto cuente, cada hora, cada día, cada segundo de cada acción tomada mientras respiremos.
Dejar la vida para otra ocasión será imposible en el sentido mismo de que sin ella no podríamos hacer nada. Dejar que pase sin que nada bueno o deseable suceda, será siempre por cuenta y riesgo de quien ignora su fugacidad y el breve tiempo que estaremos con ella.Ningún entusiasmo o voluntad estarán nunca excluidos cuando se trate de vivir, ninguna razón o buen sentimiento que queden fuera del alcance de nuestro gozo y bienestar. Se trata, en este sentido, de aprovechar el tiempo que tenemos, no desperdiciándolo en trivialidades o consumiéndolo simplemente sin darle un propósito mayor.
Nuestro momento de morir, mientras vivamos, puede esperar -dirá Marco Aurelio. Y cuando llegue, tendrá que ser bienvenido si lo que le antecedió siempre fue una vida buena, vivida en conformidad con aquello que nos fue dado y permitido, con aquello que nos dejó ser nosotros mismos y hacer lo que estuvo a merced de nuestras manos.
“El primer día de nuestra vida es también el primer día de nuestra muerte” -ha dicho San Agustín-. Pero no es de la muerte de lo que nos ocuparemos mientras vivamos, sino de la vida. “La muerte no debe preocuparnos -ha dicho también Epicuro-, porque mientras sigamos vivos ésta no estará presente, y cuando ésta llegue, nosotros ya no estaremos”.
Sin duda éstas son flexiones que nos permiten entender el sentido y valor que tiene nuestro tiempo de mortales, a sabiendas de su brevedad y la inminente llegada de la muerte. “Los dioses nos envidian” -diría también Aquiles, el héroe griego de Homero-; porque ellos no pueden morir, no pueden gozar ni disfrutar de la brevedad del tiempo, del poco tiempo como lo tienen los mortales para ser felices.
Despreciar o reclamar esta brevedad a la que se refiere el “memento mori”, será tanto como no tener la capacidad o el buen juicio (como lo hace Aquiles) que nos permita descartar lo eterno, asumiendo la oportunidad de vivir cada minuto plenamente.
Así que cada día debe contar en la suma que todos hacemos en el registro personal de nuestros calendarios. No esperar a estar enfermos, incapacitados o recibir un mal diagnóstico médico para desear o comenzar a vivir. ¡Hacerlo ahora!; con el ánimo y la voluntad de aquellos que, sobre todo, aman y desean con el alma que el “memento mori”, como lo define Marco Aurelio, sea su legado antes de morir.




