Mérida, 40 años después II

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

En 2014, y luego del Primer congreso estatal de filosofía llevado a cabo, y como epílogo o parte final del acontecimiento, el Ayuntamiento de Mérida editó un libro con todas las ponencias ahí dictadas. Su título: “El conocer filosófico; la moral y la ética social”. 

Sigue siendo un excelente texto de memoria y reflexión. Lamentablemente, nunca se digitalizó ni se promovió su venta en librerías (cosas también de la administración pública).

Años antes, y siguiendo la línea cronológica del advenimiento urbano de la Mérida actual, se construyó la primera gran plaza de muchas que se construirían después, y que serían los nuevos puntos de reunión, compra y entretenimiento de la mayor parte de la sociedad meridana. 

Hablamos de Plaza Fiesta (1988), una plaza que sin duda tuvo su auge y su momento, y posteriormente, su declive. Luego, hacia el oriente de Mérida, surgió Plaza Dorada, y junto a ella, apenas unos años después (2001), Plaza las Américas, que se alió a Cinépolis para construir ahí los primeros cines de esta franquicia que en su momento desahogaron y reunieron a la multitud que antes tenía que hacer grandes colas en apenas tres salas disponibles en toda la ciudad.

Una de las últimas grandes plazas de este orden urbano se construyó entre 1992 y 1994, hacia el norte de Mérida: La Gran Plaza, que hizo desplazar a la gente y competir comercialmente con las ya establecidas.

Casi 20 años después del relato que me ocupa, Mérida perdió su horizontalidad geográfica al admitir la construcción de grandes edificios de oficinas y departamentos hacia el norte de la ciudad que, si le quitaron cierta parte de su identidad, le dieron a cambio una belleza más geométrica y dinámica. 

El mismo edificio del hospital de última generación “El Faro”, es un hito tanto del servicio médico como de la arquitectura moderna. La “Isla”, en el entorno inmediato de este edificio, es uno de los grandes centros comerciales que le dan lustre y distancia a la nostalgia de una ciudad que dejó de ser vieja y anticuada para ser absolutamente moderna.

Y también, con la resiente y no tan lejana construcción del Centro de Convenciones, el Siglo XXI, el Gran Museo del Mundo Maya y el Palacio de la Música (en pleno centro de la ciudad). Mérida insiste en su modernidad, construyendo y generando espacios para las generaciones futuras, los nuevos hijos y vecinos de una ciudad más cosmopolita y menos provinciana.

Ya no nos resulta atípico ver también hoy a extranjeros (canadienses, italianos, norteamericanos, asiáticos…) que no sólo pasean como turistas por la ciudad, sino como residentes que han decidido venir a vivir a nuestra ciudad. Son ellos, sobre todo los europeos, los que han hecho que el centro de la ciudad de Mérida vuelva a lucir la belleza de la arquitectura neocolonial, al comprar, restaurar y ocupar casas desechas y semi derrumbadas con el tiempo, abandonadas por sus antiguos dueños. 

Hoy, muchos de estos inmuebles se han convertido también en restaurantes, cafeterías, pequeños hoteles y tiendas de artesanías y souvenirs que ya comienzan a lucir la belleza de una arquitectura y diseño, típicos de los “pueblos mágicos” de México.

La Mérida de hoy es inclusiva, urbana, cosmopolita y es eso lo que la distingue de sus homólogas en el Sureste. Mérida, de casi ya un millón de habitantes (995 mil, según último dato del Inegi) es el corazón de los 106 municipios que comprende el estado de Yucatán, con ya dos millones 600 mil habitantes.

Mérida funge como el centro neurálgico de toda actividad y proyecto en la perspectiva del Yucatán moderno. La construcción del nuevo “tren maya” que, sin tocar sus arterias, si le dará una mayor posibilidad de crecimiento y desarrollo, incentiva la viabilidad de su nuevo transporte público de movilidad “amable y sostenida” (camiones de última generación), y el uso de nuevas herramientas y tecnologías que hace 40 años no veíamos, y quizá, ni siquiera imaginábamos.

Esta es mi memoria de Mérida. Hacer esta crónica me permite sentirla, quererla, admirar su desarrollo y su belleza que me sigue sorprendiendo.