“Ramón, que nació en 1965, tenía una lesión fronto parietal que le afectó el área cognoscitiva del cerebro, por lo que el diagnóstico de los médicos era terrible, pero en vez de quejarnos le echamos ganas y en la actualidad, a sus 55 años, ha superado los problemas propios de su enfermedad. Es un muchacho que si usted lo hubiera visto al principio no lo reconocería. Maneja su computadora, su televisor con el control, graba videos, toma fotos, ese es mi mayor orgullo”, dijo don Manuel, quien con mucho cariño recordó a Fabián, quien falleció hace un tiempo a los 30 años.
A raíz de ésta pérdida, don Manuel, tras 43 años, dejó atrás su brillante carrera de biólogo con especialidad en pesquerías, que le llevó a obtener la Medalla Yucatán en 1988, y en 2001, la medalla Héctor Victoria Aguilar, entre otros premios y reconocimientos, y desde entonces se dedica por completo a cuidar de su más preciado tesoro: su familia.
“Ramón hizo que veamos que era necesario hacer algo, ya que en esos tiempos no había nada con respecto a esta discapacidad, a la que entonces le llamaban retraso mental. Pero afortunadamente esto ha evolucionado y al ir avanzando el conocimiento, se logró que a partir del 2 de mayo de 2008 se realizara una convención para reconocer los derechos de las personas con discapacidad”, explicó.
Fue a partir de los años ochenta cuando comenzó a tomarse en cuenta esta situación, y en 1987, los esposos Solís Caballero, junto con otras dos familias, fundaron la Asociación Yucatán de Padres de Familia con Deficiencia Mental, A.C., en la que desbordaron todos sus esfuerzos para lograr enlazarse con otras agrupaciones similares a nivel nacional.
“Mi mejor festejo es que tengo a mi hijo, yo realmente agradezco a Dios el progreso que en su salud ha tenido, y también a mi esposa que se encargó de mis hijos cuando yo me alejaba para hacer los estudios que me permitieron descubrir el pulpo maya en 1966”, concluyó.
Texto y foto: Manuel Pool