CARLOS HORNELAS
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Dicen que la Inteligencia Artificial cambiará el modo en el cual entendemos y ejecutamos el trabajo. Es una realidad que el trabajo ha cambiado por el avance tecnológico. Cada que se introduce una innovación, una de las cuestiones que se modifica más rápidamente, por necesidad, es el trabajo.
Sin embargo, la tecnología no es el único factor por el cual se transforma esa relación que tenemos con el trabajo. Hay una creciente preocupación en países como Bélgica, Japón, Alemania o China por la decreciente tasa de natalidad. La población envejece y la llamada tasa de reemplazo no está garantizada, por lo cual han tenido que tomar medidas extraordinarias para tratar de solventar esta situación.
En Japón, a partir de este mes, la Ciudad de Tokyo ha reducido a cuatro los días laborales, a empleados públicos, eso sí, a expensas de extender la jornada para conservar la misma cantidad de horas productivas y el mismo salario. Suponen que los jóvenes, que regularmente al terminar sus turnos, están agotados y que se limitan a descansar para estar listos para el día siguiente, con mayor tiempo de ocio pueden organizar su vida de modo que les permita aspirar a formar una familia.
En diversos estudios realizados en la isla, se comprueba que sobrepasar las 60 horas semanales tiene una relación directa con el surgimiento de enfermedades mentales, entre otros padecimientos. En el último año se registraron 216 casos de afecciones cardíacas o cerebrales asociadas con stress laboral. Además, la cultura japonesa tiene una idea del rendimiento del trabajo que raya en lo patológico: se considera que trabajar más allá del agotamiento es un signo de honor y decoro. Muchos buscan morir en el trabajo y el suicidio al conseguirlo se conoce como “Karoshi”, en el último año se registraron 79.
Por su parte, Elon Musk, titular del Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge), les ha impuesto jornadas a sus empleados de 120 horas semanales, contra todo derecho laboral, sin fines de semana y sin necesidad de ir a casa a dormir, puesto que “ha permitido” que lleven sacos para dormir en la oficina. Para Musk “nadie puede cambiar al mundo si solo trabaja 40 horas a la semana.”
Carlos Slim, magnate de las telecomunicaciones, propone trabajar turnos de 12 horas de tres días a la semana, pero retrasar la edad de jubilación hasta los 75 años de edad. Aunque los estudios piloto realizados hasta ahora indiquen que alargar la jornada disminuye la productividad. Bill Gates asegura que una jornada de dos días semanales será posible en un futuro inmediato, debido a que las tareas rutinarias las podrá llevar a cabo agentes de Inteligencia Artificial mediante rutinas automatizadas, porque explica “no necesitamos a los humanos para la mayoría de las tareas”.
Alemania recién finalizó un período de prueba que demostró que el bienestar aumenta cuando las horas de trabajo disminuyen y la productividad se mantiene o incluso se eleva ligeramente. Con cuatro días de trabajo y 32 a 35 horas semanales, reportan mejoras significativas en salud física y mental, disminución del stress y un mayor deseo de estar con la familia.
China, por su parte, busca un equilibrio entre la vida laboral y la familiar. En ese sentido planean reducir la jornada de 48.9 horas semanales a 40. Así como otorgar apoyos a quienes tengan familia a través de guarderías gratuitas y diversas ayudas subvencionadas por el Estado. Se presume que una de las causas de la caída de la natalidad puede ser la inestabilidad laboral o su precarización.
En México apenas recién se ha aprobado la llamada “Ley Silla” que permite el descanso periódico para quienes laboran de pie y se revisa que la jornada sea de 40 horas semanales. Ahí viene el aumento… pero de chamba.