Michel Foucault y el relativismo sexual

Por: Roberto A. Dorantes Sáenz

 

En los fenómenos existe una relación de causa y efecto, así en las ideologías todas tienen un origen, alguien que haya propulsado una forma de pensar, y sus seguidores hacen eco de lo que pensaba el autor de esa ideología.

El relativismo sexual es un concepto que defino como la argumentación que pretende defender y justificar las desviaciones de conductas sexuales, y precisamente uno de sus propugnadores es el Filósofo francés Michel Foucault (1926-1984). Estudió filosofía en la École Normale Supérieure de París y, ejerció la docencia en las universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes, tras lo cual entró en el Collège de France (1970).

Foucault es uno de los autores más leídos y admirados de la postmodernidad. Representa, en la línea más extrema de Nietzsche, la exaltación de la voluntad de poder del individuo hasta los extremos más grotescos y denigrantes.

Con esa intención, ha estudiado la locura y sus tratamientos, comprendiéndola desde los esfuerzos del Estado que se construye de forma “racional” para protegerse de toda instancia desestabilizadora, como es la experiencia del loco.

Influido por Nietzsche, Heidegger y Freud, en su ensayo titulado Las palabras y las cosas (1966) desarrolló una importante crítica al concepto de progreso de la cultura, al considerar que el discurso de cada época se articula alrededor de un “paradigma” determinado, y que por tanto resulta incomparable con el discurso de las demás.

Del mismo modo, no podría apelarse a un sujeto de conocimiento (el hombre) que fuese esencialmente el mismo para toda la historia, pues la estructura que le permite concebir el mundo y a sí mismo en cada momento, y que se puede identificar, en gran medida, con el lenguaje, afecta a esta misma “esencia” o convierte este concepto en inapropiado.

En una segunda etapa, Foucault dirigió su interés hacia la cuestión del poder, y en Vigilar y castigar (1975) realizó un análisis de la transición de la tortura al encarcelamiento como modelos punitivos, para concluir que el nuevo modelo obedece a un sistema social que ejerce una mayor presión sobre el individuo y su capacidad para expresar su propia diferencia.

Del mismo tenor es la reflexión hecha sobre las cárceles, que a su juicio expresan el poder de normalización de la sociedad disciplinaria moderna, lo que supone que la sociedad está organizada para ejercer una represión que corta la libertad de los sujetos.

Pero es en su obra más citada, Historia de la sexualidad donde propone una tesis considerada revolucionaria: “el sexo es posterior al discurso, es una creación de la ley”.

Considerando que la sexualidad no es una simple realidad natural que las distintas sociedades y épocas históricas reprimen cada una a su manera, sino que es ella misma el resultado de un complejo proceso de construcción social, concluye que el sexo es un invento artificial del poder, que lo utiliza a su antojo como un instrumento de dominación.

Lo que Foucault dice acerca de estos temas está condicionado directamente por su homosexualidad, y puede verse aquí –y seguramente en el pensador anterior– que no es la reflexión lo que lleva a una determinada propuesta existencial, sino es más bien la existencia vivida desordenadamente lo que fundamenta la reflexión.

Las ideas de este pensador, así como su vida desordenadísima y triste (murió de SIDA) han sido recogidas por las ideologías de género, así como por los que defienden toda clase de desviaciones sexuales. Pero como resulta visible, con sus ideas la dimisión de lo humano y el nihilismo han llegado a límites increíbles.

Foucault representa el lado “filosófico del relativismo sexual” que hoy día defiende las organizaciones lésbico, gay, transexual, etc., etc., etc.

 

 

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