En medio de más de mil 800 asesinatos desde hace un año por una narcoviolencia que no cesa, miles de ciudadanos marcharon ayer en Culiacán, Sinaloa, para exigir paz a las autoridades de los tres niveles.
La “ola” de personas con vestimenta blanca, que en varios momentos se unieron con el grito ‘¡Queremos paz!” y otros más, se congregó ayer afuera de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, conocida como “La Lomita”.
Previo a iniciar el recorrido, el Obispo de la capital estatal, Jesús José Herrera Quiñónez, pidió a los presentes, entre los que familiares de desaparecidos, comerciantes, empresarios, políticos de Oposición, niños, y ciudadanía en general, recordar que el mal no tiene la última palabra en esta zona.
“Nos hemos reunido porque desde hace un año hemos estado experimentando estos sucesos que nos llenan de dolor, y de incertidumbre en nuestra ciudad de Culiacán; el mal no tiene la última palabra, porque el amor de Dios es más fuerte que la violencia, eso lo tenemos que entender en nuestra experiencia de vida”, expresó.
“Hoy en nuestra marcha es oración en movimiento, cada paso es una súplica por la paz, cada grito de nosotros, es un grito de esperanza, cada presencia de cada uno es testimonio de que no nos resignamos a vivir bajo la sombra del miedo, caminamos juntos porque sabemos que la paz no es un sueño lejano, sino una tarea urgente que Dios pone también en nuestras manos”.
Otro ciudadano tomó el micrófono para insistir sobre el poder de la ciudadanía, la cual se congregó en esta movilización tras el llamado de al menos 37 organizaciones civiles.
“Tenemos una lucha en común, queremos la paz en Culiacán, y para eso necesitamos que el Gobierno trabaje, pero también que la sociedad reconozca que tiene el poder de poner y quitar, de exigir, de reclamar lo que le corresponde, eso es una ciudad en paz, una ciudad donde se respire la alegría, donde se note que el ‘culichi’ es una sociedad amable, calurosa”, expresó.
Si el 26 de enero pasado salieron casi 10 mil ciudadanos a exigir justicia por el asesinato de Antonio Sarmiento, y sus hijos Gael y Alexander, de 12 y 9 años, ayer los organizadores aseguran que la cifra de manifestantes fue, al menos, el doble de la estimada.
Texto y foto: Agencias



