Es el único método amigable con la naturaleza, señalan
En estos días está sujeto a comentarios el proyecto de la Norma Oficial Mexicana 187 relacionada con la elaboración de la tortilla, cuyo objetivo es prohibir el uso de maíz transgénico como materia prima en dicho alimento y sus derivados, lo que, a decir del director del Centro de Investigación Científica de Yucatán (Cicy), Pedro Iván González Chi, representa la gran oportunidad para que los milperos tradicionales se animen a trabajar de manera sistemática y aumenten sus volúmenes de producción.
“El método de cultivo de la milpa es el único que ha demostrado ser amigable con el medio ambiente, así es que el consumo de las razas autóctonas de maíz es lo mejor que podemos hacer, desgraciadamente no hay una producción lo suficientemente grande como para que todos podamos aprovecharlo, y eso ha hecho que se tengan que importar diferentes maíces de otras partes del mundo”, comentó el Dr. González Chi, quien destacó que con el Proyecto Milpa Maya, que inició desde 2019, ya se realizan acciones para promover el uso de los maíces autóctonos, que tienen la ventaja de que ya están adaptados al terreno pedregoso y al calor, por lo que producen a lo largo del año sin ningún problema.
En diciembre de 2020 el Ejecutivo emitió un decreto por el que el que fijaba el 31 de enero de 2024 como fecha límite para la sustitución total del grano de maíz genéticamente modificado, al igual que del glifosato, pero ,ante el reclamo de productores de ambos lados de la frontera, las autoridades federales decidieron extender el plazo hasta 2025.
“El maíz es originario de México, lo que nos venden fue obtenido por modificación de lo que originalmente teníamos aquí, pero no va de acuerdo a lo que nosotros requerimos, por ello, el proyecto Milpa Maya busca que más campesinos adopten, entiendan y abracen la idea de que hacer milpa es hacer algo muy bueno e importante para que poco a poco tengamos en nuestras mesas más maíz de aquí”, indicó.
Con este proyecto se buscan tres objetivos: el primero es motivar a la gente joven a que se atreva a hacer milpa, ya que en su mayoría los milperos yucatecos tienen más de 50 años de edad; el segundo es la conservación de germoplasma, es decir, las semillas que los milperos han heredado de sus antepasados y que no son las variedades que se compran en un supermercado, y tercero, hacer productiva la actividad.
En relación al primero de los objetivos, explica el Dr. González Chi, se realizan una serie de foros en donde los mayores cuentan sus experiencias además de que por medio de la organización de las Ferias de las Semillas, los milperos intercambian material genético de una manera diferente y divertida.
“En 2019, al inicio de este proyecto, efectivamente todos los milperos tenían 50 o 60 años pero recientemente con mucho placer, he descubierto que gente joven está haciendo milpa, hablamos de 40 años, de personas que están en la flor de su época productiva, y le están apostando al manejo orgánico orgánico de la milpa, a entender cómo funciona y algo muy importante: a valorar lo que sus ancestros le heredaron que son las semillas”, manifestó.
En el Proyecto Milpa Maya colaboran también los institutos Tecnológicos de Conkal y Tizimín, complementando el conocimiento que tienen los hombres de campo para hacer su milpa, en este caso enseñando técnicas de metodologías para la conservación de germoplasma propio del estado de Yucatán, lo que permitirá que si llegara a impactar un huracán y arrasa con las milpas (como ocurrió con “Cristóbal” en 2020), hay un almacenamiento sistemático de estas semillas para de nuevo sembrarlas.
En este apartado, el director general del Cicy detalló que en comunidades del municipio de Peto como Xoy, se ha trabajado con la comunidad para instalar sistemas de refrigeración que se alimentan con energía solar para mantener las semillas “durmiendo”, y que puedan sobrevivir por un periodo más largo.
Cabe destacar que actualmente el Cicy cuenta con un banco de germoplasma en la comisaría meridana de Sierra Papacal, que contiene semillas no solo de maíz, sino también de calabaza, frijol, chile, ibes, además de plantas aromáticas y medicinales, y todo lo que se puede sembrar en la milpa, donde se pueden encontrar variedades diferentes tanto en el sur como en el oriente del estado.
“Si hablas con un milpero vas a descubrir que tienes cinco o seis variedades de diferentes maíces, de diferentes colores que se producen en diferente época del año, que nos hace una aportación diferente de nutrientes; en este caso los amarillos rojos morados blancos nos van a generar beneficios importantes a la salud, entonces el reto para los milperos es lograr una alta productividad para poder no solamente consumir sino también vender la milpa maya”, subrayó.
Al tratarse de un método de cultivo de temporal, como parte del proyecto de investigación el Cicy está diseñando un sistema de riego itinerante, que funcionará con energía solar y que permitirá atender las diferentes secciones de la milpa que estén en producción, ya que hay que recordar que el terreno donde se siembra se aprovecha por partes para dejar descansar la tierra.
“En el Instituto Tecnológico de Conkal se está diseñando una serie de fertilizantes y pesticidas orgánicos, mientras que en el de Tizimín pronto se tendrá un jardín botánico”, dijo el Dr. González Chi, quien recalcó que se está tratando que la práctica de la milpa Maya, que hoy es una actividad económica de subsistencia, de autoconsumo, tenga productos de una alta calidad que inclusive se puedan vender, entonces necesitamos que la milpa sea productiva, ese es el reto”, subrayó.
De uno de los casos de éxito que se está generando a partir del rescate de una semilla yucateca, en este caso de chile, de la variedad Mayan Balché, está ocurriendo en 20 localidades del Municipio de Chemax, donde 190 productores el año pasado, con la asesoría de la Universidad Tecnológica, cosecharon 6 toneladas de producto y que ahora se han puesto la meta de alcanzar 9 toneladas, la cantidad mínima para exportar, para lo cual cuentan con el apoyo del Instituto Yucateco del Emprendedor (Iyem).
“La idea es que no que pase a través de un intermediario y que ellos puedan exportar de manera directa, se trata de un chile de tamaño mediano y color naranja chiquito, con un aroma delicioso y que super pica, es el típico chile yucateco”, detalló el Dr. González Chi quien comentó acerca de la forma en la que los productores prueban la calidad del chile.
“Lo avientan contra el suelo y si rebota quiere decir que es de alta calidad y que va a aguantar mucho tiempo en anaquel, y el nuestro vaya que rebota”, finalizó.
Texto y fotos: Manuel Pool