SOFÍA MORÁN
Del 19 al 21 de mayo, el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME) celebra su congreso anual, un espacio donde más de 250 mujeres de todo México demostramos que una economía con perspectiva de género es posible. El CCME es un organismo que desde 2021 trabaja para reducir brechas y promover la participación femenina en los ámbitos público y privado.
Este consejo cuenta con capítulos en 12 estados, incluido Yucatán, donde me desempeño como líder de la comunidad Jóvenes Inspira (cargo que asumí el pasado 7 de mayo como parte del comité directivo de la nueva presidenta Grace Alfisz). Ayer recibí el galardón estatal Joven Inspira, un reconocimiento que no es solo personal, sino colectivo: pertenezco a una generación de empresarias que está redefiniendo el éxito económico, midiéndolo no solo en ganancias, sino en bienestar social y ambiental.
“Sin autonomía económica de las mujeres, no hay desarrollo económico real”. Este fue uno de los ejes centrales del congreso, donde se destacó que, aunque en México las mujeres emprenden con una fuerza similar a la de los hombres, enfrentan barreras estructurales para formalizar y escalar sus negocios. Según estudios, las empresarias son más propensas a crear empresas sostenibles. Sin embargo, roles de género arraigados las obligan a absorber desproporcionadamente el trabajo de cuidados (hijos, familiares, hogar), limitando su acceso al mercado laboral remunerado. En este sentido, Yucatán brilla como ejemplo: es una de las entidades con mayor participación femenina en empleos formales, pero aún queda camino por recorrer en corresponsabilidad y apoyo a emprendedoras.
Las mesas de diálogo resaltaron el concepto de She Economy, donde las mujeres al frente de economías o empresas buscan crear entornos laborales justos y equilibrados. Paneles como ”Impacto de la equidad en la internacionalización empresarial”, con participantes de organismos como Cepal y empresas de comercio exterior, evidenciaron que la inclusión femenina en puestos directivos mejora la competitividad. Otro tema recurrente fue la innovación sostenible, con casos de egresadas de programas verdes que llevan sus ideas al mercado internacional, demostrando que la ética y el cuidado del planeta son viables en modelos de negocio.
El congreso no solo fue un espacio de reflexión, sino de acción. Talleres especializados abordaron desde liderazgo en entornos multiculturales hasta oportunidades en nuevos mercados, mientras que el networking con enfoque en sororidad reforzó la importancia de tejer alianzas.
Aquí, los jóvenes tenemos un rol protagónico ya que estamos cambiando las reglas del juego al priorizar la sostenibilidad y la transparencia en nuestros emprendimientos. Nuestra generación está redefiniendo el éxito empresarial: ya no medimos solo utilidades, sino huella ecológica y justicia social.
Como parte de este movimiento en Yucatán, reitero que la igualdad no es solo un discurso, es la base para construir economías que valoren a las personas tanto como los resultados.