Naturaleza, la otra víctima que sufre las consecuencias de la guerra en Ucrania

Las bombas y misiles rusos han golpeado objetivos durante más de cuatro meses y algunas noches se han contado hasta doscientas explosiones, matando la vida que hay en las lagunas y las costas

El Parque Natural Tuzlivski lymany, en el Mar Negro, sufre las consecuencias de la guerra en Ucrania y miles de delfines ya han muerto por el conflicto, según dice a EFE el biólogo Ivan Rusev, que se muestra dolido ante el desastre.

Biólogo y jefe de investigación del parque, Rusev siempre soñó con crear un centro de rehabilitación de delfines y su trabajo en la reserva, que se extiende a lo largo de 44 kilómetros de costa en la región de Odesa le dio múltiples oportunidades de observar a los animales, a los que considera especialmente inteligentes y con emociones.

La variedad de peces que se refugian en las aguas poco profundas de las lagunas a las que separa del mar una estrecha banda de arena atrae a cientos de cetáceos. Aproximadamente un millón de aves migratorias solía encontrar comida abundante en la zona.

El biólogo estima que al menos unos tres mil delfines han muerto desde que Rusia invadió Ucrania.

“Cuando la guerra termine hará falta crear una gran reserva marina para ayudar a que se recupere rápidamente la menguante población de delfines”, dice a EFE.

La invasión acabó con las esperanzas de Rusev ya que el parque está en el centro de la batalla para garantizar el acceso de Ucrania al mar. Frente a la amenaza de desembarco de tropas rusas, el Ejército ucraniano se ha visto obligado a construir defensas en la zona.

Las bombas y misiles rusos han golpeado objetivos durante más de cuatro meses y algunas noches se han contado hasta doscientas explosiones.

“Las lagunas y la costa estaban llenas de vida. En el aire se advertía la melodía de la vida salvaje y los visitantes podían observar animales poco habituales de ver desde sendas delimitadas. Ahora todo es tristeza. Solo hay muchos cráteres dejados por las bombas rusas y miles de sus fragmentos que han traído la muerte”, afirma Rusev.

Con su equipo, reducido porque seis de sus colaboradores se alistaron en el Ejército, poco más puede hacer que documentar la pérdida de vida y recopilar pruebas para una futura demanda contra Rusia.

El 4 de julio encontraron cuatro delfines muertos. “Solo podemos acceder a una pequeña parte del parque pero la escala de la tragedia está clara”, constata.

“Nunca vimos nada parecido. Normalmente encontrábamos uno o dos delfines muertos por esta misma época. Ya hemos encontrado 28. Y solo cerca del 5 % de los animales muertos acaban en la orilla”, agrega Rusev.

Para este biólogo está claro que la culpa es de la guerra. “Los rusos dicen que los delfines mueren por acabar en las redes de pesca o de enfermedades. Pero hace falta algo más para que una población que normalmente está sana y fuerte sufra semejantes pérdidas”.

“Además, todos los delfines que encontramos no presentaban los cortes característicos de haber sido simplemente capturados con redes y arrojados de vuelta al mar por pescadores”, añade.

Rusev cree que los potentes sónares de los submarinos y buques rusos en el área interfieren con el sensible sistema de navegación de los delfines, basado en la ecolocalización. También hay fuertes explosiones, especialmente cerca de la Isla de las Serpientes, recuperada recientemente por Ucrania tras ser invadida por tropas rusas.

“Con sus órganos sensores dañados, los animales se quedan “ciegos”. Los desorientados delfines no pueden encontrar comida y quedan rápidamente exhaustos. Mueren de hambre o sucumben más fácilmente a enfermedades. También chocan con rocas o minas y acaban en las redes pesqueros turcos”, cuenta Rusev.

“Nuestros amigos en Bulgaria y Rumanía nos informan y analizamos datos de fuentes abiertas de todos los países ribereños del Mar Negro. Está claro que los efectos se dejan sentir en un área muy grande”, dice el biólogo.

Con la prolongación del conflicto, también las aves huyen por el bombardeo constante y los incendios que causan. No pueden construir sus nidos y no se pueden reproducir. Aun así, la situación en Tuzlivski lymany puede que sea mucho mejor que la de otros parques naturales a lo largo de la costa ucraniana de los mares Negro y de Azov, ocupados por las tropas rusas.

Aunque dolido por la pérdida de vida, Rusev cree en la eventual victoria ucraniana y en la recuperación del hábitat del parque. Desistir no entra en sus cálculos. Se considera un portavoz de la naturaleza sin voz y es un veterano en la lucha por la protección de la naturaleza en una región limitada por dos grandes ríos: el Danubio y el Dniéster.

Trabaja en el ámbito de la protección de ecosistemas desde 1987, cuando Ucrania era todavía parte de la Unión Soviética. Últimamente ayudó a proteger el parque del acecho de la agricultura y la pesca ilegales.

Rusev ha documentado los efectos de la invasión desde el principio. Cada día publica una nueva entrada en el Facebook del parque donde describe una especie de ave, cualquier otro animal o planta y celebra la riqueza y resiliencia dela naturaleza.

Texto y fotos: EFE