Nick Cave: la pérdida y el mundo post-Covid

Enrique Vera
verarodriguez9494@gmail.com

La vitalidad de la vida difumina la fragilidad de la misma. A pesar de que la pandemia persiste como una excepcionalidad permanente -incongruencia conceptual- , las rutinas han vuelto a la “normalidad”, con algunas variaciones o modificaciones. 

Horarios de trabajo, alarmas, café por la mañana, cita con el doctor, tráfico incesante en el Periférico a las 7 p.m. Un momento. Vayamos más despacio. ¿De qué estábamos hablando? Sí. Todos perdimos algo en esta pandemia: un familiar, un amigo, una pareja, un hijo, e incluso perdimos algo que nos hizo daño y eso, aunque parezca redundante, también dolió hasta los huesos.

Perder algo que amaste y te dolió, y hacer un duelo en medio de una pandemia; dolores y llantos por las mañanas, noches de insomnio sin otro consuelo que un libro como bálsamo para la herida. Leer para estar en otra parte, vivir otras vidas, encontrar un refugio, un espacio seguro. 

Hace un par de semanas se estrenó el documental-concierto de Nick Cave, This Much I Know To Be True, en el cual, aparte de hablar sobre su proceso creativo junto a Warren Ellis (miembro de los Bad Seeds) y cantar un par de poderosísimas canciones, el compositor australiano cuenta la experiencia de contestar las preguntas de sus fans en su página web The Red Files: una suerte de depositario de lamentaciones donde cientos de seguidores de Nick Cave lanzan mensajes y preguntas profundamente desgarradoras. 

Citó a Billy, un tipo al cual lo ha dejado su mujer y lo han despedido de su trabajo en la misma semana, quien escribe: “¿Cómo puede lidiar uno con la aparente noción de no tener control alguno sobre tu vida? Nick Cave le responde: “Querido Billy, la mayoría de las cartas que llegan a The Hand Files, en muchas de sus formas, plantean esencialmente la misma pregunta, tu pregunta, ¿cómo que, al parecer, no tengo control sobre mi vida?. Esta pregunta a menudo está acompañada  por sentimientos de traición, furia y resentimiento, desesperanza.

La verdad es que todos vivimos nuestras vidas peligrosamente, en un estado de calamidad. Descubriste que el velo que separa tu vida ordenada del caos es sumamente delgado. Esta es una verdad común de la existencia, de la cual ninguno de nosotros está exento.

Con el paso del tiempo descubrimos que no estamos en control. Nunca lo tuvimos. Pero no carecemos de poder. Siempre tenemos la libertad de escoger cómo vamos a responder a lo que sea que la vida nos ofrezca. Puedes venirte abajo y dejarte arrastrar. Puedes endurecerte alrededor de tu desgracia y volverte amargado. O puedes moverte hacia la oportunidad que se te ofrece, que es el cambio y la renovación. La mejor acción es algo que siempre se te presenta, Billy. Búscala y muévete hacia ella. Ese es el gran acto de insubordinación ante los caprichos de la vida y a todos se nos permite hacerlo”.

Todos hemos perdido algo en la pandemia. Los seres humanos son seres significativos.  Acompañe este texto con Bright Horses de Nick Cave and The Bad Bad Seeds. Después hagamos silencio por aquello que perdimos, un espacio para la pérdida, el dolor, el sufrimiento, el recuerdo de la agonía, las lágrimas, la desesperación, el cansancio, la desesperanza. Ahora estamos en paz.