Al celebrarse la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, exhortó a los padres de familia a no desanimarse en la tarea educativa con sus hijos. Señaló que muchas veces los frutos de esa labor aparecen con el tiempo, cuando los hijos aplican los valores aprendidos tanto en su vida como en la educación de sus propios hijos y nietos.
“Lo mismo puede pasarles a los maestros con sus alumnos, pues a veces aquel que menos esperaban da la sorpresa de convertirse en una gran persona. Esto se debe a que los valores requieren tiempo para asimilarse. Además, es necesaria la acción del Espíritu Santo, que obra todo lo bueno en cada persona, junto con la libertad y docilidad de cada uno. Las personas buenas y valiosas no son obra nuestra, sino obra de Dios, que es paciente con el tiempo y la libertad de sus hijos”, expresó.
El prelado recordó que Jesús decía a sus discípulos: “Les conviene que yo me vaya” (Jn 16,7), y tenía razón, pues durante su vida terrenal, su presencia fue limitada geográficamente y solo unos pocos lo conocieron. Al ascender al cielo, vino el Espíritu Santo, llenó a los apóstoles y discípulos, y desde entonces la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, continúa extendiendo su presencia a través de la Palabra, los Sacramentos y las obras de justicia y caridad.
“Si a un niño le hacemos la tarea y le resolvemos todo, nunca aprenderá ni madurará. El respeto a la dignidad humana implica reconocer el espacio de cada persona para que se convierta en sujeto de su propio desarrollo. Cristo nos redimió y nos mostró el camino. Él dijo: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ (Jn 14,6), pero corresponde a cada uno recorrer ese camino para llegar a la Verdad y la Vida. Jesús asciende para que sus discípulos dejemos de ser niños y asumamos nuestro papel en la obra de la salvación”, añadió.
En su homilía, el arzobispo comentó que la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, narra la Ascensión del Señor. Antes de subir a los cielos, Jesús constata que sus discípulos aún no comprenden el verdadero sentido de su misión redentora, pues siguen esperando una liberación política de Israel. Sin embargo, Jesús no se desespera, ya que confía en que el Espíritu Santo, en su momento, los iluminará para entender que el Reino de Dios es universal y eterno, e Israel es solo un instrumento de salvación para todos los pueblos, como se anunció a Abraham.
“Cuando el Señor desapareció entre las nubes, mientras los apóstoles aún miraban al cielo, unos ángeles les reprocharon quedarse ahí parados, asegurándoles que Cristo volvería. ¿Cuánto falta para su regreso? Algunos podrían pensar que está cerca, debido a la destrucción ambiental de nuestra Casa Común”, reflexionó.
Sin embargo, subrayó, las crisis climáticas, la falta de paz, la injusticia y la migración no son razones para cruzarse de brazos ni quedarse mirando al cielo. “No basta orar para que las cosas cambien. El Papa Francisco, de feliz memoria, nos recordó que no hay dos crisis —una ambiental y otra social—, sino una sola crisis socioambiental” (Laudato Si’, 139). La voz de los ángeles sigue siendo actual y nos llama a comprometernos con el cuidado de la creación, la construcción de la paz, la justicia y la caridad, especialmente hacia los más necesitados.
El arzobispo explicó que evangelizar no significa solo transformar la mente y el corazón, sino también asumir un compromiso social. La evangelización integral debe incidir en la realidad, contribuyendo a superar la crisis socioambiental y a construir una sociedad más justa y solidaria.
Finalmente, invitó a prepararse espiritualmente para recibir al Espíritu Santo en la solemnidad de Pentecostés, que será el próximo domingo, y que marca el gran cierre del tiempo pascual.
Texto y foto: Darwin Ail




