El empresario y filántropo José Trinidad Molina Casares recibió esta mañana en el Congreso del Estado la medalla Héctor Victoria Aguilar. Se trata del máximo galardón que entre la Legislatura de Yucatán.
A continuación sus palabras en el Congreso del Estado:
Es un honor encontrarme hoy, en tan alta institución y agradezco el uso de la palabra, en la máxima tribuna de nuestro Estado. Agradezco también el nombramiento como recipiendario de la medalla Héctor Victoria Aguilar. Una distinción que recibo con humildad y alegría.
Yucatán está viviendo unos de sus mejores momentos en cuanto turismo, cultura, artes, e igualdad social, sin embargo, también muestra polaridades, esas polaridades están la distribución de su población, pero esas polaridades también se muestran en sus desarrollos y son esas polaridades las que desde temprana edad me invitaron a actuar, a compartir los dones y las oportunidades que Dios me ha dado para compartirlas con los más desprotegidos de nuestro Estado.
Agradezco a mis padres el haberme dado el ejemplo y el testimonio de su compromiso de trabajo diario en distintas necesidades de nuestra comunidad, agradezco a mi esposa Natalia, y a mi hija Ana, Sofía y Natalia por su aliento y acompañamiento en todo momento.
Es en el seno de la empresa familiar, donde aprendí los valores de trabajo, esfuerzo, determinación y de visión a largo plazo. Con esos mismos valores está fundado el Banco de Alimentos
Desde la empresa familiar fomentamos fuentes de empleo, para mostrar nuestras bellezas arqueológicas y naturales de una manera creativa las enseñamos a nuestros visitantes nacionales e internacional, esas actividades producen y coadyuvan a luchar contra la desigualdad social.
No podemos ser una comunidad próspera, pero con ciudadanos con hambre.
El hambre constituye una violación, un agravio a la dignidad y a los derechos humanos de la Sociedad. Es un obstáculo para el progreso social, político y económico de nuestro Estado.
Estamos obligados, como sociedad a asegurar el derecho a una alimentación adecuada.
La lucha contra el hambre exige superar la lógica fría del mercado para desarrollar actividades y políticas que tengan resultados concretos. Acciones determinantes y de diálogo como la que en meses pasados en esta LXIII legislatura fue aprobada por unanimidad la reformas a la ley para fomentar y promover el no desperdicio de alimentos en Yucatán. MUCHAS GRACIAS
De igual manera, reconozco acciones concretas como las que el Poder Ejecutivo tomó desde los primeros días de la administración del gobernador, Lic. Mauricio Vila Dosal para reducir la pobreza, con acciones rápidas y eficientes para rescatar alimentos y reducir el hambre en nuestro Estado.
Hoy también quiero reconocer las acciones valientes, incansables e incluso hasta creativas de muchas asociaciones civiles, en donde se ve el trabajo arduo y silencioso en favor de las yucatecas y los yucatecos dando cada vez más oportunidades.
Es desde el Banco de Alimentos, hablar de rescate alimentario significa para nosotros sembrar una semilla de consciencia, de valorar lo que la tierra nos ofrece, de generosidad, de solidaridad.
Nuestra labor que empezó hace más de 27 años, va más allá de la simple alimentación. Cada día, alimentamos la esperanza de un mañana mejor, tanto para nosotros como las personas que servimos. Agradezco mucho la labor de mis compañeros del Consejo, de los colaboradores del Banco de Alimentos, de los voluntariados por su voluntad incondicional de luchar juntos contra el hambre.
Hoy, en el Banco de Alimentos fortalecemos la confianza necesaria para unir em alianzas a hombres y empresas de buena voluntad y fe, Impulsamos el esfuerzo constante que se requiere buscar y compartir con dignidad cada jornada, llegando a 48 municipios del Estado, repartiendo más de 2 millones de kilos de alimento anuales y apoyando a cerca de 32 mil personas.
No hay tiempo que perder. He dedicado con mucho gusto y alegría más de la mitad de mi vida para trabajar en contra del hambre, ha habido momentos de mucha impaciencia, de muchas dificultades, pero siempre he encontrado en las yucatecas y los yucatecos la disposición para actuar y colaborar.
Estoy convencido que el hambre es un problema que tiene solución.
Tenemos todos una gran oportunidad para terminar con este problema, también tenemos todos un gran compromiso, seamos más que proveedores de alimentos, seamos catalizadores de esperanza, seamos constructores de alianzas y seamos agentes de cambio social.
Nuestro compromiso es esencial y el trabajo perdurará en el tiempo para que algún día podamos decir: por quién doblan las campanas, las campanas ¡Doblan por un Yucatán sin hambre!!
Estamos hechos para más, estamos hechos para dar más.
Gracias a todos