El 26 de junio a las 16:00 horas, a través de la cuenta de Facebook del Museo del Palacio de Bellas Artes, se realizará una transmisión en vivo especial.
Se trata de una serie de fotografías tomadas entre 1955 a 1968, en las que Rodrigo Moya capturó los valores del México de ese periodo, así como su esencia compleja e híbrida. Dichas imágenes podrán apreciarse mediante el recorrido virtual que el Museo del Palacio de Bellas Artes ofrecerá, a través de Facebook, por la exposición dedicada al artista el miércoles 26 de junio a las 16:00 horas.
La muestra Rodrigo Moya. México / Escenas explora a fondo el archivo fotográfico del artista colombiano, nacido en 1934, quien ha mencionado en reiteradas ocasiones que su objetivo es humanizar a la Ciudad de México. Entre los paisajes urbanos y monumentos que retrató se encuentran la estación de Buenavista, Paseo de la Reforma y la Plaza de Santo Domingo, entre muchos otros puntos históricos e icónicos.
“La fotografía cambió mi ansiedad adolescente y mi indefinible sed de acción y aventuras por una vocación inimaginable. Mi energía la enfoqué en reconocer la realidad de mí país, con una cámara fotográfica al hombro”, expresó el artista en su libro retrospectivo Fuera de moda.
Las imágenes que captó Rodrigo Moya de la ciudad son un testimonio de una nación que atravesaba un gran proceso de cambio, a nivel político, económico y social; un país que se conformaba por dualidades, como lo urbano y lo rural, lo moderno y lo tradicional, lo social y lo individual, principalmente.
La fotografía debe ser un disparo directo sobre la vida —mencionó Moya—, es decir, que trata de mantener intactos los valores humanos. Me gusta trabajar manualmente, como se hacía antes de pasar a la era digital. Un tiempo estudié ciencias y desde entonces tengo el gusanito de hacer las cosas lo más exactas posibles, algo que pienso sucede con mis fotografías.
“Mi primera meta fue explorar la realidad, la vulgar y cotidiana realidad de todos los días… Descubrir la otra realidad, inventar una nueva, crear la mía, ir más allá de ésta y buscar la interior; son frases que no me propuse en un principio, pero tampoco me excluí al encuentro con la belleza, la alegría y la ironía, con el esplendor de las formas o el prodigio en sí mismo de la danza imprevista de luces y sombras”, explicó el artista colombiano.
Mi blanco no era captar la belleza o una fotografía estética, sino la realidad de los marginados —dijo—, tanto en su trabajo como en sus rudas formas de vida. Quería retener ese universo de cosas y luchar por transformarlo al mover conciencias con fotografías conmovedoras o brutales; cotidianas, pero emocionantes.
“Como una revelación, con la muerte del Che Guevara, entendí que mi fotografía estaba fuera de tiempo y lugar y paulatinamente la abandoné. Me enfilé hacia otros quehaceres. De la fotografía que tanto quise quedó la soledad de la cámara y un archivo que es el testimonio de mí mismo, a la sombra de los demás”, expresó.
Texto y foto: Cortesía