Si ya antes de la pandemia América tenía problemas con la salud mental, el covid-19 agravó la situación, provocando altos índices de depresión y enfermedades psicológicas que en la mayoría de casos no se tratan por falta de financiación.
“Desde el principio ya pensábamos que esto iba a afectar más todavía y que los problemas iban a aumentar, pero eran solo predicciones. Ahora hemos confirmado esas predicciones”, explicó a Efe el director de la Unidad de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Renato Oliveira e Souza.
Sin embargo, el médico cree que nos encontramos en el mejor momento para cambiar esta tendencia, ya que todo el mundo ha sufrido el impacto psicológico de los confinamientos y las sociedades están mucho más dispuestas a tratar abiertamente el tema. Por eso la OPS está apostando por darle prioridad a la salud mental en sus recomendaciones a los gobiernos, y ha creado recientemente una Comisión de Alto Nivel para la Salud Mental y la Covid-19 para guiar a la región en su recuperación.
Su principal reclamo: aumentar la financiación.
SIN DINERO PARA TRATAMIENTOS
América es un continente que, tradicionalmente, gasta muy poco en salud mental.
Según datos de la OPS, de todo el presupuesto que los países del continente dedican a sanidad, solo destinan un 3 % de media a este tipo de cuidados.
Y eso a pesar de que los trastornos depresivos ocupan el segundo lugar entre las enfermedades que más años de discapacidad provocan. La diferencia de financiación, sin embargo, es mucho mayor en los países de rentas más bajas, con Haití, Bolivia y Perú a la cola de la lista.
Esta situación ha empeorado con la pandemia, ya que muchos gobiernos se han visto obligados a redirigir recursos a las unidades de covid o incluso han limitado los servicios que ofrecían para reducir el número de personas que acuden al hospital.
Texto y foto: Efe