René Emir Buenfil Viera
psicrenebuenfil@gmail.com
Mis años de trabajo como terapeuta de parejas heterosexuales me han puesto en frente de muchos hombres que intentan, sin darse cuenta o con consciencia plena, de repetir el estereotipo del género masculino, lo cual pone una presión en sus novias o esposas de irse al extremo del estereotipo de lo femenino, y por ende generan una dinámica conservadora tanto en los cuidados de casa como con sus hijas, hijos, y hasta hijes. Vamos, piensan que eso es lo que debe hacerse, que es lo correcto. Pero al mismo tiempo se preguntan por qué sus esposas viven infelices y los motivos de su insatisfacción, o les preocupan sus hijas (os, es) pero tienen una escasa o nula relación, es decir, su comunicación es muy escueta y poco profunda. Y es que el legado del machismo tiene una manera de estar en la vida de estos hombres que de verdad no lo ven, porque lo tienen tan normalizado y poco cuestionado en sus vidas, que realmente no entienden en qué les está perjudicando, limitando e impidiendo procurar bienestar para ellos mismos y las personas que les rodean. Entre estos machos machistas hay de todo, desde quienes con el tiempo se dan cuenta de los errores y la ceguera que propicia el machismo y con el tiempo empiezan a cuestionar y dar pasos para atrás, hasta quienes se aferran cada vez más y con más fuerzas, incluso aunque empiecen a entender y a sentir las consecuencias negativas de sostener una postura misógina en el mundo de hoy, también habemos hombres que podemos hablar críticamente del patriarcado pero lo seguimos reproduciendo a cabalidad, o en forma de micromachismos, o de dientes para afuera, información no es lo mismo que acción.
Se renuncia al machismo para buscar el bienestar y la paz mental que vienen de respetar la voluntad de otras personas, o sea de un hombre cansado de pelear para imponer su punto de vista que deja atrás las ganas de controlar y entiende que cada quien su vida.
Se renuncia al machismo para mejorar las relaciones, porque se entiende el daño causado, a la familia, por ejemplo, y se tiene un propósito de enmienda, se quiere llevar la fiesta en paz y se da uno cuenta que para lograrlo aferrarse al pasado es una mala idea.
Se renuncia al machismo porque se escucha a las demás personas y se aprende de ellas, porque se está intentando abrir la mente a otras ideas, o porque las crisis o problemas con otras personas te han hecho darte cuenta de los errores que cometiste y reconoces que lo que hiciste estuvo mal.
Se renuncia al machismo porque te das cuenta de que estás repitiendo los mismos patrones que te hicieron daño de tu familia de origen y tu padre, y no quieres provocar los mismos rencores en la gente que quieres y te quieren, ni quieres tener el mismo desenlace.
Se renuncia al machismo porque ya te cansas, porque ya no tienes las mismas fuerzas, porque ya no tiene sentido, porque fue algo que en su momento te ayudó pero que ahora ya no te sirve, porque es más lo que perjudica que lo que ayuda, porque ya no quieres seguir hiriendo a las demás personas.