Parece que se domó el demonio inflacionario

Siempre se ha dicho, con razón, que la peor enfermedad de una economía es la inflación y México ha sufrido de esa enfermedad, con inflaciones anualizadas de más del 400%, como fue en enero de 1988.

Las crisis mexicanas que combinaron inflación y devaluación durante casi 30 años son las culpables de que más de la mitad de los mexicanos cayera en la pobreza y que las clases medias fueran arrasadas.

El primer paso que dio México para salir del torbellino inflacionario fue en abril de 1994 cuando se decretó la independencia del Banco de México, lo cual significa que la institución toma sus decisiones en función sólo de su objetivo de combatir la inflación y no de las necesidades de dinero de la Presidencia de la República, como sucedía antes de esa fecha.

A partir de esa fecha, el Banco de México ha cumplido su propósito de mantener la estabilidad de precios y hoy México tiene la inflación más baja en su historia moderna, 2.6% anual.

Esta baja inflación ha sido una de las causas para que la demanda interna se haya convertido en el principal motor de la actividad económica, ya que la moneda no sólo no ha perdido, sino que ha recuperado un poco su poder de compra. Y esta baja inflación se ha sostenido a pesar de que el peso mexicano se ha devaluado 40% en los dos últimos años y esta devaluación no ha presionado los precios, en buena medida debido a la baja actividad de la economía.

Por otra parte, la baja en los precios de la electricidad y de los servicios de telecomunicaciones han contribuido a que el promedio general de precios se mantenga bajo.

Hoy por hoy, con datos al mes de abril, la inflación se ubica en 2.6%; la inflación subyacente, esa que se calcula eliminando de promedio general los precios más volátiles, se ubica en 2.7% y encontramos casos, como los precios de las frutas y verduras, que han subido 17.80% o los precios de los energéticos que han bajado 1.1 por ciento.

Para este año se calcula que la inflación se mantendrá ligeramente debajo de 3%, aunque se calcula que aumentará un poco del 2.6% en que estaba en abril.

El gran peligro para la inflación es la devaluación del peso; si la depreciación continúa, los precios internos podrían presionarse y subir en promedio por encima del 3%, que es la meta del Banco de México.

En la Junta de Gobierno del 5 de mayo se dijo, precisamente, que aunque el peligro económico para México no está ahora en la inflación es un elemento que se tiene que vigilar permanentemente, porque a fin de cuentas mantener la estabilidad de precios es el objetivo fundamental del banco central.

Por primera vez en muchos años, en décadas, México tiene las condiciones para lograr una economía con mayor crecimiento y estabilidad de precios. Por desgracia, hoy ese objetivo está frenado por un ambiente internacional adverso que exige un mayor cuidado en el manejo de las principales variables económicas y, por un lado, avanzar en el aterrizaje de las reformas estructurales y, por el otro, seguir fomentando la competencia económica interna. Hasta la próxima con nuevas… Perspectivas.

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