Peligros del Coaching Coercitivo

Por: René Emir Buenfil Viera

Cada adulto(a) que llega a terapia psicológica después de algún coaching grupal tiene algunas características en común que llaman mi atención: en su momento pareciera que encontraron respuesta a sus preguntas o solución a sus problemas, pero hoy están peor que antes, tienen muchas heridas emocionales abiertas que no saben cómo curar. Esto es algo que pasa en las técnicas del coaching, se abre un trauma que la persona vivió, pero reconocer no es curar, y las actividades diseñadas para provocar sentimientos pueden incluso ser dañinas en las manos equivocadas.

También les perjudica tener un entendimiento superficial, lineal o hasta forzado sobre los orígenes, las dimensiones y la gravedad de sus traumas y problemas, que describen con frases engañosas, que se prestan a múltiples interpretaciones y son como un curita que no es suficiente para la profundidad de la herida. Otro aspecto es una visión individualista de los problemas que fomenta sentimientos de culpa al dejar a un lado los factores sociales, culturales y relacionales del análisis y la reflexión.

El error más preocupante es la coerción, la presión que se ejerce para que las técnicas supuestamente funcionen, no respetar los tiempos y procesos de cada persona y el chantaje de decir que si no cooperas, entonces jamás lo superarás. Si estos tipos de coaching son peligrosos en adultos(as), en niños(as) y adolescentes el daño es, en mi opinión, mayor y más injusto. Las niñas, niños y adolescentes son más vulnerables a la manipulación emocional, sus pensamientos e ideas les puede llevar a pensar que todos sus problemas están resueltos o incluso se pueden convencer de que hay un trauma donde no lo hay, o cuando menos no de la magnitud que les hacen creer. ¿Qué podemos hacer ante una invitación? Preguntar por la capacitación del personal, por el enfoque que manejan y las teorías en las que se basan, para poder investigar al respecto y poder tomar una decisión informada y no entrar a ciegas a una experiencia de esta naturaleza sin conocimiento de causa, y cuestionarme: ¿Ésta es la mejor opción para mi hoy? ¿Qué otras alternativas tengo a la mano? Nuestra salud mental es fundamental para desarrollarnos como personas y crecer, no nos dejemos llevar por la moda ni nos dejemos convencer de algo de lo que no estamos seguros.

Quizá la figura de un coach o entrenador nos hace sentido para un deporte en equipo, pero la vida no es un deporte. ¿Necesitamos que nos entrenen para la vida? Yo considero que si estamos pasando por un mal momento quizá necesitamos alguien que nos acompañe en el camino, que nos escuche y entienda, no para decirnos qué hacer ni juzgarnos, sino para sacar lo mejor de nosotros(as), y que sean nuestras propias capacidades y habilidades las que nos hagan salir adelante. Los altos en el camino y los momentos de reflexión son útiles, y más cuando el poder está en tus manos, no las del coach.

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