Armando Escalante
Periodista y analista político
Menuda sorpresa se llevaron empleados de una institución del gobierno federal al acudir a consulta a una farmacia e intentar obtener medicamentos. No hay nada. Y no tienen para cuándo. Pese al coraje que hacen se mantienen callados y apechugan el sentimiento de molestia que llevan dentro.
Tremenda decepción se llevan a diario los adultos mayores que cobran su pensión allá por la exestación de trenes; es un “banco del bienestar donde de algo están seguros: no hay un quinto partido a la mitad. Se les recomienda ir a un cajero del banco de los militares que está allá en la zona de restaurantes del parque de los soldados denominado La Plancha donde les cobran una comisión. Tremendo negocio.
Tristeza, enojo y frustración les causa saber que en una carretera yucateca que fue destruida para darle paso al tren maya, muere una señora con su hijo luego de que una barrera divisora se le incrusta al automóvil de esa familia. La viga carece de los aditamentos correctos que eviten que eso suceda, como resultado del enorme daño que tiene ahora la infraestructura de la autopista de cuota.
Se entiende el anuncio de que los militares serán los que arreglen los daños causados por la construcción del tren maya. Sí, esos militares que ya no están en el frente de batalla ni en el combate de sicarios, ni protegen a los migrantes de los polleros o traficantes de humanos que los acechan a su paso por México. Pero se les pasa el enojo luego que los “mexicanizan” con una visa humanitaria. Y de ahí darles una credencial de elector, es cosa de horas. Ya sabrán bien por quién van a votar.
Callados, silenciosos, unos empresarios se aguantan que el puerto de altura esté bloqueado por unas revisiones supuestamente muy estrictas. Nadie los defiende de quienes son los responsables. Solo hay elogios y agradecimientos para el mesías tropical que llega a devolver elogios a sus aduladores. Todo está arreglado. Ya casi acabamos el sexenio y estamos llegando al final.
Una paraestatal deja de prestar servicios a los usuarios a los que regularmente atendía con celeridad. Ya no tienen equipos ni presupuesto. Tampoco hay refacciones. Nadie protesta porque los están liquidando. Corren a la gente y por eso están más que callados.
Se trata de toda la burocracia federal esa que votó por su propio verdugo, que hoy les quita sueldos, plazas y cierra sus oficinas. En algunas no hay ni agua, en otras no pagan la renta. Unas más están laborando bajo mínimos. Un rato y cierran. No atienden a nadie porque ya no se mueve ningún papel en las oficinas. Y todos están como muertos de pánico. Su sindicato tan valiente y poderoso, está callado o los corren. Es la radiografía de una pequeña parte del gobierno federal donde se está cumpliendo aquella sentencia presidencial: “al diablo con sus instituciones”. Y es que el inquilino del Palacio Nacional no engañó a nadie, por eso votaron. Se les avisó con tiempo años atrás que era un peligro para México y aún así, le dieron el voto.
Hoy les ha quitado su trabajo, a otros los despojó de medicinas, de tratamientos y de hospitales. No tienen apoyo, solo promesas de que Dinamarca nos va a envidiar.
El invento de una megafarmacia revive la esperanza. Los que sabemos que es otro cuento, tenemos pena porque esos ilusos vuelven a confiar. Mantienen encendida la llamada de que algo se corrija, pero no saben que por el contrario, este 2024 no solo no se va a componer nada sino que todo estará peor. Mucho peor.
Van tras la Corte, quieren destruir al INE, al INAI pero en el fondo no es uno o el otro. Solo es la meta de no gastar más el poco dinero que queda y que puede servir para tener más votos. Para seguir alto en las encuestas. Para eso sirve el presupuesto que antes se usaba en comprar botellones de agua para una secretaría, o en adquirir las medicinas para un hospital. O fusibles para la CFE. Todo es peor en 2024.
El xix.— Ya no hay dinero. Perdón, si lo hay solo que se usará en la mayor operación de compra del voto que se haya visto en la historia de México. Harán ganar a la científica, a la que estudió, a la que dicen que es muy inteligente pero cuya perversidad es superior a la del tabasqueño que se burló ayer otra vez de los yucatecos. Cuando menos lo van a intentar.