Deja buenas ganancias a los empresarios pesqueros, aunque riesgosa y peligrosa para los buzos que se dedican a la captura de la especie, y llamativa para la delincuencia
En los últimos años, el pepino de mar se ha convertido en una actividad que deja buenas ganancias a los empresarios pesqueros, pero que también es muy arriesgada, peligrosa, para los buzos que capturan la especie, pues la realizan con equipo muy obsoleto.
Esta labor ha atraído a muchas personas, lo que obliga a que cada vez más pepineros tengan que sumergirse más metros para hallar al equinodermo.
También se rumora que esta actividad puede atraer a mafiosos, como ha sucedido en otros lugares cuando hay un boom, como el caso del huachicol, aunque el coordinador estatal de la Guardia Nacional (GN) en Yucatán, el comisario David Morales Hernández, ha asegurado que en Yucatán no hay un grupo delincuencial.
En 2021, la captura de pepino de mar en Yucatán fue de poco más de 39,000 toneladas, lo que representó el 4.23% de la producción nacional, ubicando al estado como la séptima entidad con mayor volumen.
La producción de pepino de mar en Yucatán ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, y se realizan esfuerzos para establecer laboratorios y proyectos de cultivo con el objetivo de aumentarla.
De esta manera, Yucatán se ha convertido en un referente en tecnología para el cultivo de pepino de mar, con proyectos que buscan establecer el laboratorio más grande de Latinoamérica dedicado a esta especie.
En cuanto a la comercialización, el pepino de mar es un producto muy valorado en Asia, donde se consume como un manjar nutritivo y rico en proteínas. La demanda de este producto ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, especialmente con el crecimiento de la clase media en países como China.
Es importante mencionar que existen vedas permanentes para la pesca de pepino de mar en algunas zonas, como en Quintana Roo, para proteger la especie y garantizar su sostenibilidad.
El pepino de mar es un habitante discreto del fondo marino que, debido a su valor culinario, se ha convertido en el centro de una crisis ambiental, social y de seguridad en México, pues suelen traficar con él. Es un alimento muy valorado por los chinos y hay quienes aseguran que es medicinal y afrodisíaco.
La explotación ilegal de este invertebrado ha provocado el colapso de las poblaciones de esta especie en la península de Yucatán y ha encendido las alarmas sobre el alcance del crimen organizado en los recursos naturales del país.
Al año, algunos pepineros fallecen por descompresión porque utilizan una manguera que desde la embarcación les proporciona el oxígeno y en ocasiones puede tener alguna obstrucción o enredarse en el mar. Por lo general, los buzos se encuentran a 10 metros de profundidad. La pesca furtiva del ejemplar propicia que tengan que sumergirse cada vez más metros para hallarlo, con los consiguientes riesgos.
Lamentablemente, pese a las buenas ganancias los empresarios pesqueros no proporcionan el equipo adecuado a los buzos.
Proteger a los pepinos de mar plantea desafíos complejos debido a la extensión de las áreas costeras, la falta de recursos para vigilancia y los escasos medios tecnológicos en comunidades pesqueras, lo cuales dificultan la fiscalización de la pesca.
Según el estudio, el interés de grupos delictivos, incluso con la presencia de leyes y regulaciones, supera la capacidad de respuesta de las autoridades locales y federales.
El tiempo de pesca se ha reducido, pero para la temporada es común que en puertos como Dzilam de Bravo llegan pescadores de Campeche y Tabasco, quienes rentan casas para dedicarse a esta actividad.
Sin embargo, hay quienes realizan la captura en temporada de veda, lo que ha propiciado que pescadores locales hagan justicia por su propia cuenta y quemen las embarcaciones de los intrusos, como sucedió el año pasado.
COTIZADO
Desde hace más de una década, la demanda ha crecido a la par de los precios internacionales: un kilogramo puede alcanzar cientos de dólares en los mercados de Hong Kong. Este atractivo económico convirtió al pepino de mar en una presa codiciada para el narcotráfico y bandas criminales, que encontraron en la extracción y comercio ilegal un negocio lucrativo de bajo riesgo y alta recompensa.
Las especies de pepino de mar, lentas y sin mecanismos de defensa, resultan fácilmente extraíbles en grandes cantidades, sobre todo fuera de temporada o sin los permisos requeridos.
Recogerlos en el fondo del mar no exige equipos sofisticados ni grandes inversiones, lo que facilita su pesca furtiva en amplias zonas y dificulta el control por parte de las autoridades.
Un reciente estudio de un equipo internacional encabezado por Teale N. Phelps Bondaroff, director de OceansAsia, y Abigail Bennett, profesora asistente en la Universidad Estatal de Michigan, documentó la gravedad de la crisis.
La investigación rastreó los principales decomisos y eventos relacionados con la pesca y tráfico ilegal de pepinos de mar en México entre 2011 y 2021. Durante ese periodo, las autoridades mexicanas y estadounidenses incautaron más de 100.6 toneladas, cuyo valor estimado supera los 29.5 millones de dólares.
El exceso de extracción y el auge del tráfico desmantelaron los equilibrios ecológicos, ya que los pepinos de mar cumplen funciones clave en el ciclo de nutrientes y la salud de los ecosistemas marinos, pues se encargan de remover sedimentos, reducir la carga orgánica y generan un ambiente propicio para que prosperen otras especies.
Por ello, la desaparición de estos animales altera la dinámica marina y crea efectos en cadena que afectan la biodiversidad, la pesca y la protección natural contra la acidificación de los océanos.
En el ámbito social, comunidades pesqueras de Yucatán, tradicionales guardianes de los recursos marinos, enfrentan ahora conflictos, inseguridad y pérdida de medios de vida.
Según Abigail Bennett, la introducción de capital delictivo en la compra de pepino de mar ha dejado capacidad de pesca ociosa y mano de obra disponible, que puede redirigirse a otras actividades ilegales, lo que multiplica los problemas para la gestión legal y la conservación de otras especies.
La situación de los pepinos de mar revela cómo el crimen organizado puede transformar especies desconocidas en recursos estratégicos y cómo la presión del mercado global amenaza la sustentabilidad marina. En Yucatán, el colapso ha sido tan severo que la pesquería permanece cerrada, sin que existan aún respuestas suficientes para revertir el daño.
Textos y fotos: Darwin Ail




