Perspectiva de la iglesia ante el nuevo Gobierno

Por Roberto Dorantes

LA IGLESIA CATÓLICA representa una de las instituciones más antiguas que existen, su legado a la humanidad es imperecedero, la religión que tiene millones de feligreses, hoy día ante el mundo y los ojos críticos de los librepensadores se encuentra débil y decadente.

El catolicismo representa un poder político desde que la ley de Constantino el Grande (321), por la que la Iglesia Cristiana fue declarada capaz de tener y transmitir propiedad. Dio la primera base legal a las posesiones de la iglesia de Roma. El cristianismo desde entonces dejó de ser un puñado de hombres seguidores del Cristo crucificado para convertirse en un poder ante los gobernadores.

En México, la mayoría de los habitantes profesan la religión católica, sin embargo, podemos decir que las nuevas generaciones están cambiando y crecen con ideas distorsionadas de la libertad, de tolerancia hacia los demás, derechos humanos, que han llevado a políticas como el aborto, el matrimonio homosexual, la legalidad de la marihuana, que a nivel mundial se van dando con ideas más “avanzadas” como la eutanasia asistida y la adopción de niños por parejas homosexuales, entre otras políticas.

Todas estas políticas van en contra de un sistema de valores y principios que promulga el cristianismo, y digo cristianismo, porque me refiero al grupo de religiones que son seguidores de Cristo y sus doctrinas, y no solamente a los que profesan el catolicismo.

Ahora con un nuevo gobierno de izquierda, heredero del marxismo ateo, supresor de la propiedad privada y de la religión, “la religión es el opio del pueblo”, veo que se reviven muchas formas de pensar antiguas, que al parecer no están obsoletas, México se dividirá de nuevo en ideologías, la ideología que conforma un sistema de valores, llamados conservadores nacionalistas y los liberales sin fronteras, los primeros defensores de la vida, familia y Dios, y los segundos promotores del aborto, de las nuevas familias y la eutanasia.

Se vislumbra un debate álgido sobre las nuevas leyes, sin embargo, es evidente que las instituciones se harán escuchar y respetar ante el nuevo gobierno, y si este gobierno está dispuesto a escuchar al pueblo, el pueblo tendrá la última palabra.

 

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