Pinta el graffitti más grande del mundo

Este prolífico grafitero de 41 años está construyendo su obra monumental en la fachada de una fábrica de chocolate situada al lado de una de las principales autopistas de Sao Paulo. Y, como ese enorme muro no era suficiente, decidió usar también las otras paredes del edificio.

El grafiti representa a un joven indígena de la Amazonía que rema en una piragua cargada de cacao, en medio de un río de chocolate.

El fresco se extiende por una superficie de 5.742 m2, con los que Kobra bate así el récord alcanzado con la obra que pintó en Rio de Janeiro con motivo de los Juegos Olímpicos de 2016, y que obtuvo el reconocimiento del libro Guinness.

“Incluso si la gente pasa por la autopista a 100 kilómetros por hora, podrá identificar el mensaje”, afirmó el artista en una entrevista.

El arte, sin embargo, tiene otras exigencias cuando en vez de lienzos se usan edificios. Al recibir el encargo de parte de la empresa de chocolates Cacau Show, Kobra preparó una decena de bocetos, todos basados en escenas de las regiones amazónicas ricas en cacao.

Pero, una vez elegido el diseño, el artista precisaba todavía de mucha logística: doce grúas para poder subir su equipo de pintura a los andamios. Desde hace dos meses, trabajan en jornadas de hasta 10 horas y no acabarán antes de dos semanas, después de haber utilizado más de mil litros de pintura y cuatro mil botes de spray.

“Estoy muy contento con el resultado. La gente come chocolate, pero no sabe todo el trabajo que hay detrás”, celebró Alexandre Costa, presidente de Cacau Show, satisfecho con esta forma de conmemorar las fiestas de Pascua.

Con problemas

Cuando los completaron en 2015, la alcaldía elogió los paneles con grafiti a lo largo de la Avenida 23 de Mayo como el mural a cielo abierto más grande de América Latina: 70 obras de arte callejero que se extendían más de 5 kilómetros (3 millas) a lo largo de un bulevar que conecta un distrito lujoso con el centro de la ciudad.

Pero el pasado enero, los grandes dibujos fueron tapados con una capa de pintura.

Y no fueron vándalos ni otros grafiteros los responsables, como ocurre a menudo con el arte callejero, sino trabajadores sanitarios por orden del nuevo alcalde de Sao Paulo, Joao Doria, un empresario multimillonario y exanfitrión del programa “The Apprentice Brazil”.

El alcalde incluso se puso un par de overoles naranja y utilizó una pistola atomizadora para cubrir los murales con una fina capa de pintura gris, acción que airó a personas que consideraban las obras de grafiti parte del patrimonio cultural de la ciudad y suscitó una controversia sobre qué es arte y qué debe ser protegido.

El retiro de los murales figuró entre las primeras medidas de la campaña “Ciudad Bonita” de Doria: un contingente itinerante de limpiadores de calles y trabajadores de mantenimiento que los fines de semana instalan contenedores nuevos de basura, plantan árboles, recogen desperdicios y eliminan con pintura los grafitis en Sao Paulo. Doria asegura que el propósito no es sólo limpiar Sao Paulo sino hacer que los habitantes vuelvan a sentirse orgullosos de su ciudad.

Muchos en Sao Paulo han aclamado la campaña por ir en contra de un estilo de arte callejero ampliamente despreciado que se conoce como “pichacao”, un tipo de caligrafía por lo general monocromática que cubre diversos inmuebles en la ciudad. El gobierno de Doria ha incrementado las multas a quienes hagan pichacao, está instalando cámaras para atrapar a los responsables, y alienta a las personas, en especial a los taxistas, a que alerten a las autoridades.

Algunos detractores afirman que la campaña de limpieza del alcalde es un intento superficial para atraer la inversión privada maquillando las realidades incómodas de Sao Paulo. Al respecto, Doria ha prometido ahora un “museo de arte callejero” como una vitrina de murales autorizados y financiados por la iniciativa privada.- Agencias

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