La sublevación de la Policía en gran parte de Bolivia desató ayer la peor crisis en los más de trece años de Evo Morales en el poder, dejando al mandatario cada vez más acorralado frente a los intentos para que renuncie.
La Policía Boliviana pasó de estar cuestionada por no actuar ante la convulsión por la que atraviesa el país tras las elecciones del 20 de octubre, a ponerse al lado del pueblo como le rogaba buena parte de la sociedad boliviana.
El Gobierno de Morales aseguró que los militares tienen orden de no intervenir en este momento y reiteró sus denuncias de que se trata de un intento de golpe de Estado desde la oposición y los comités cívicos, que quieran acabar con el mandatario con más tiempo en el poder en la historia de Bolivia.
Una unidad de intervenciones especiales fue la primera a media tarde hora local en amotinarse en Cochabamba, una ciudad del centro del país que en los últimos días sufrió especialmente la ola de violencia desencadenada tras las elecciones, con un muerto y cerca de cien heridos.
Le siguieron Sucre, la capital constitucional del país, Santa Cruz, la mayor ciudad boliviana, y la mayoría de las regiones, desde la zona andina a la amazónica.
Texto y foto: EFE