Política postelectoral

Ángel Canul Escalante

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Queda menos de un mes en México para que las campañas electorales terminen y el día de la elección, ese día tan ansiado por los que anhelan el poder, llegue. Es cierto que la época electoral conduce a una efervescencia en la participación política, sobre todo en lo que respecta a la participación partidista. Jóvenes, mujeres y adultos mayores, principalmente, salen a las calles, asisten a eventos y hablan día tras día sobre este asunto de relevancia significativa. No podría haber demócrata que no se alegre de este ejercicio.

No obstante, una vez acabados estos tiempos, la participación se reduce drásticamente. Se habla menos, se escucha menos y peor aún, se participa menos o casi nada. En México no podemos entender la política sin los partidos, es bien sabido que tenemos un trauma con el PRI. De ahí surge que nuestra concepción política se totaliza, pero a su vez se reduce meramente a cuestiones electorales. Es decir, que mientras no haya una elección en curso creemos que la participación política no es necesaria y pasa a último término.

Esto es peligroso para una democracia que aún no se ha terminado de consolidar o, en otras palabras, donde el poder sigue estando concentrado en los actores políticos y no en el pueblo. Una merma en nuestra atención hacia lo asuntos públicos sólo beneficia a aquellos políticos que están en el poder por el poder mismo.