Mario Barghomz
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El término preocupación está compuesto por un prefijo “pre” que indica la tarea o la acción de hacer algo “antes”, no en el momento ni después, y ocupación que deviene de un verbo “pronominal” que significa literalmente “encargarse de algo”.
Pre-ocupación, como la distingo desde el título de este artículo, no se refiere como popularmente se usa o se entiende, o como la IA también lo define; a estar ansioso, angustiado o abatido por la suerte o mal estado de algo o de alguien. Lo que erróneamente implica que el término se use como adjetivo y no con la propiedad lingüística que define realizar una tarea o una acción determinada antes de que algo suceda.
La palabra indica la tarea de un ejercicio a priori, lo que quiere decir, hacerlo antes, con el fin o propósito de remediar o evitar una mala situación o la inconveniencia de un suceso inesperado o doloroso.
Cuando alguien nos pre-ocupa puede ser por su salud (mental o física), mal estado financiero o una actitud o comportamiento comprometido como en el caso de algún adolescente. Que nos preocupe no quiere decir que solo lo lamentemos y no hagamos nada al respecto. Quien se pre-ocupa de alguien a quien quiere o le importa, se ocupará invariablemente de su persona y los asuntos que por sí mismo no pueda resolver para luego no lamentarlo.
En el proceso, lamentamos que a una persona le vaya mal y nos “preocupamos” (no nos pre-ocupamos), lamentamos que una persona esté enferma y nos “preocupamos” (no nos ocupamos). Lamentamos la pobreza (y la señalamos), la inmundicia (y la señalamos), la indiferencia y la injusticia (y lo señalamos). Y juzgamos todo mal del mundo lamentándolo, pero no pre-ocupándonos para corregirlo o arreglarlo.
Pre-ocuparse por algo o de alguien, sin duda, implica relación y amor por aquello que realmente nos importa. Por aquello que de alguna manera no sentimos ajeno y sí, más bien, también nuestro. En este sentido, el problema de aquellos que amamos, también es nuestro problema. Que algo nos preocupe debe invitarnos a ser más empáticos y conscientes, más compasivos, gentiles y atentos para servir y resolverlo.
Toda miseria humana deviene de la indiferencia, el cinismo y la falta de escrúpulos; del cimentado “ego” de cada uno donde a veces el mal de otros no es nuestro problema. Solo preocuparnos, atendiendo la falsedad del adjetivo, nunca será suficiente ni necesario para remediar ningún mal ajeno.
Naturalmente, también, toda pre-ocupación debe estar cercana y no lejos de aquello que podamos hacer para remediar, atender o prevenir un daño. Preocuparse solo por asuntos que no nos competen y donde sobra nuestra atención y nuestros juicios, es tanto como meter las narices a donde no nos llamaron.
Pre-ocuparse por uno mismo, por cierto, debería ser el principio rector de aquello que buenamente nos ocupe. Así, ocupándonos de nosotros mismos, evitaremos que los demás tengan que preocuparse por lo que nosotros mismos no hacemos por nuestra salud, estado de ánimo o suficiencia financiera.
Las miserias humanas (la ignorancia y la indigencia) regularmente son resultado de la despreocupación constante de los mismos quienes las padecen y las llevan a cuestas.