Presagian otro mal año para constructores

El presidente de la Asociación Mexicana de la Industria de la Construcción (AMIC), Carlos Ramírez Aguilar, reconoció que el 2016 fue un año difícil para el sector por la parálisis en la obra pública, pero lo peor es que el año que viene tampoco pinta bien, ya que se han anunciado recortes por todos lados, especialmente en la SCT.

–Estamos trabajando apenas al 50 por ciento de nuestra capacidad instalada y eso porque hay obra privada, pero lo peor (se carcajeó) es que el 2017 no pinta mejor –afirmó en entrevista exclusiva con Punto Medio.

La AMIC, integrada por agentes que tienen que ver con la cadena de valor en la industria de la construcción, agrupa a más 50 socios en la entidad y la mayoría no tiene trabajo al 100 por ciento.

–Para ello mucho tiene que ver que el gobierno federal no haga las obras que proyectó y al vaivén de la economía, tanto de México como internacional—señaló Ramírez Aguilar.

No pinta bien

El entrevistado dijo que apenas la semana pasada volvió de la Asamblea Nacional Extraordinaria de la agrupación, celebrada en Xalapa, Veracruz, y la radiografía de la industria de la construcción está de capa caída.

–El trabajo está bajo y así es en todo el país.  La razón es que la obra pública no fue como se anunció, quedaron obras en el tintero y otras que no se realizaron por los recortes financieros ejercidos desde el Gobierno Federal—afirmó.

Reconoció que la obra pública no lo es todo y en Yucatán hay bastante obra privada, pero apenas sirve para ocupar a los constructores al 50 por ciento.

¿El 2017, entonces, como pinta?, preguntó el reportero.

–(Risas) No pinta bien. ¿Ya viste todos los recortes que han anunciado?, se ensañaron con la obra pública, el recorte va en la SCT y en otras dependencias que tienen que ver con la infraestructura—recalcó.

Sobre la situación mundial y la afectación que produce en el sector, Ramírez Aguilar dijo que el vaivén del dólar es lo más preocupante, aunque la final no lo pagan los constructores sino el dueño de la obra.

–Ese es un costo que al final no pagamos nosotros, que lo tiene que hacer el inversionista de la obra, y que lo tienen que pagar los consumidores finales, bien a través de rentas y como dueños de departamentos o casas—concluyó.

Esteban Cruz Obando

 

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