La refuncionalización de la lengua indígena, la milpa maya y la conservación de los cenotes, de las experiencias presentadas
En el marco de la jornada denominada “20 años de la convención para la salvaguarda del patrimonio cultural”, se presentaron en el Centro INAH Yucatán cuatro experiencias de éxito en la materia, y que incluyeron temas como la refuncionalización de la lengua autóctona, así como de los saberes que giran en torno a la milpa maya y la conservación de los cenotes.
El Ich Kool (milpa maya) no solamente se refiere a la semilla, sino también a la conservación de los elementos de carácter religioso que giran en torno a la siembra de maíz, calabaza frijol y otros productos que son destinados al autoconsumo de las poblaciones mayas, explicó Beto Chablé Matus, integrante de la agrupación Guardianes de las Semillas de Chacsinkín, quienes a la fecha han logrado preservar 26 variedades de semillas
El colectivo está conformado por 55 mujeres y hombres mayas que trabajan la milpa y que, en representación de sus comunidades, se han comprometido a conservar el legado biocultural de este sistema de producción agrícola que sustenta su dieta y su cosmovisión.
Actualmente, gracias al esfuerzo de este colectivo se han logrado rescatar y reintroducir numerosas variedades de maíces criollos y de semillas de otras especies asociadas al sistema milpa que, por causa de diversos fenómenos naturales y sociales —como huracanes, sequías y desplazamientos de la población, entre otros—, se habían dejado de sembrar y estaban en peligro de perderse definitivamente. Esta misión por salvaguardar la diversidad biológica y cultural asociada a la milpa maya tiene una motivación y una historia.
El paso del huracán “Isidoro” por la Península de Yucatán en 2002 fue devastador. La pérdida de las cosechas para disponer de alimentos en lo inmediato y la falta de las semillas para sembrar en el futuro pusieron en riesgo la seguridad alimentaria de la población. Por ello, el ciclón se convirtió en el catalizador para que las comunidades se organizaran e implementaran medidas para asegurar la resiliencia de sus cultivos y la disponibilidad de alimentos ante este tipo de fenómenos naturales.
A la fecha han logrado entregar más de 10 toneladas de semilla para sembrar a comunidades de Campeche, Quintana Roo y el sur de Yucatán.
En el encuentro participó también Don José May, representante de los Guardianes de los Cenotes, quien habló de las acciones realizadas para proteger este patrimonio, que hoy les brinda trabajo y sustento de la contaminación, que en su momento representó la instalación de una megagranja de cerdos.
Al dar la bienvenida, la directora del Centro INAH Yucatán, Anna Goycoolea Artís, destacó que en el foro que se realizó en una fecha que coincide con el aniversario 50 de la institución que tiene a su cargo, se reconocen las buenas prácticas en torno a la manera en la que las comunidades se han organizado para salvar su propio patrimonio cultural e inmaterial.
“Son los protagonistas, los dueños de este patrimonio los que tienen que participar activamente y en decidir cómo quieren que sea salvaguardado y utilizado, creemos e impulsamos que sean ustedes desde las comunidades los que tomen la palabra, los que puedan tener una voz en la política pública, y eso es parte de este foro, escuchar cuáles son sus propuestas, sus iniciativas y cuáles han sido las dinámicas comunitarias que han venido construyendo desde hace muchos años”, comentó la antropóloga Margarita Rosales, una de las organizadoras del foro.
Las primeras en participar fueron María Lilia Hau Ucán y Yazmín Novelo, quienes hablaron de la revitalización de la lengua maya, y en este sentido dejaron en claro que es la contenedora del ADN de nuestra cultura, ya que explicaron que en ella se encuentra la filosofía, el pensamiento y la cosmopercepción de la forma de concebir como se desarrollan las relaciones entre todos.
El proyecto de mapeo lingüístico que impulsan, llamado Peekbal, pretende que sean la propia comunidad la que haga algo por la lengua maya y fortalecerla, ya que la población actual de cero a quince o 20 años no está creciendo hablando el idioma, es decir, que se está perdiendo.
“¿Qué es lo que no estamos haciendo bien o qué es lo que nos está haciendo falta y por qué las personas están dejando de hablar maya?, planteó María Lilia, quien destacó que hace falta una articulación y una estructura, para avanzar hacia el objetivo en común, y hacerlo de manera coordinada, pues en estos momentos hay mucho activismo, pero cada quien trabajando por su lado.
“En el pueblo nos encontramos con matrimonios que hablan maya, pero que entre ellos hablan español, esto ocurre porque hay una narrativa hegemónica dominante y colonial sobre el pueblo que justifica o explica estas decisiones conscientes o inconscientes sobre la lengua maya”, dijo Yazmín, quien consideró que actualmente muchas de las familias piensan que quien habla maya será discriminado o que en su momento es mejor aprender inglés para tener un mejor trabajo.
También señalaron que la falta de políticas públicas sustenta ese discurso de que la lengua maya no va a servir, porque en la realidad para sacar una licencia se necesita español y lo mismo para estudiar. “Por eso proponemos que hay que construir una contra narrativa, en relación a que sí tendrá gran relevancia a futuro y que hay que aprenderla”, anotó.
Posteriormente, el doctor en lingüística y literatura, Fidencio Briceño Chel, habló de los logros obtenidos en el programa “Sangre y Sueño Maya”, que inició hacia el año de 1989 a partir del encuentro que tuvo con un niño que le contaba adivinanzas mientras esperaba en el parque principal de Valladolid el transporte que lo llevaría hasta Carrillo Puerto, Quintana Roo.
Unos años más tarde, en 1994, fue cuando Briceño Chel comenzó a impartir talleres de promoción lingüística y cultural a niños, que con el paso del tiempo se han convertido también en promotores de la lengua maya y laboran en universidades tanto de Quintana Roo como del oriente de Yucatán.
A partir de estos trabajos explicó que ese documentaron temas de la cotidianidad con los participantes en los talleres a partir de los cuales se elaboraron libros con adivinanzas, trabalenguas y consejos mayas.
En el caso de las adivinanzas mayas, Briceño Chel explica que no son como las tradicionales que todos conocemos en español, sino que tienen un componente muy especial en el que figura la manera de ver las cosas, la cosmovisión del pueblo maya y ejemplo de esto es que cuando se habla de un árbol, se habla de una persona sentada en alusión a sus raíces, por lo que tal vez no sería tan fácil de entender.
A la fecha, dijo, se han realizado 1,004 talleres comunitarios y se han distribuido 120,000 ejemplares de libros infantiles Además de que muchos jóvenes que fueron parte de esos talleres están creando espacios y contenidos en nuevos espacios de difusión.
“Si no se modifican sustancialmente las políticas del lenguaje, las lenguas indígenas en México desaparecerían irremediablemente en dos generaciones y con ello la gran riqueza de formas conceptuales y simbólicas, todas sus cosmovisiones y sus diferencias cultural”, advirtió.
Texto y fotos: Manuel Pool