Presunción de inocencia

Por María de la Lama

La semana pasada escribí de algunas consecuencias inesperadas y preocupantes que está teniendo el movimiento #MeToo. Éste se funda sobre la idea de que la única – o la mejor – manera de luchar contra el machismo y los abusos a las mujeres es tomando la justicia en nuestras propias manos:

cusando y castigando por medio de redes sociales a los acosadores. Lo que señalé es que esta dinámica está generando incentivos perversos que acaban lastimando más a las mujeres: La regla de Mike Pence, que los hombres procuran no relacionarse con mujeres en el contexto laboral, fue mi ejemplo principal.

Pero no es solo esta consecuencia inesperada la que me incomoda de #MeToo. Incluso si los hombres y las empresas soportaran sin precauciones la cacería de brujas, creo que la cultura de miedo y desconfianza que genera la misma es mala para la sociedad en general. Sospecho que desde la semana pasada perdí al lector que cree que no existen las denuncias falsas ni exageradas – que cree que todas las mujeres somos computadoras bien intencionadas con memoria perfecta y con categorías objetivas de qué cuenta como abuso y qué no. Está bien; aquí les hablo a l@s feministas más realistas, que piensan que las víctimas inocentes son el costo a pagar por la justicia. Entiendo el argumento y de dónde viene – es indignante lo difícil, doloroso e injusto que es el proceso legal de denuncia por abuso sexual. Y la impunidad es desgarradora, casi nunca se castiga a los culpables. Pero abandonar la presunción de inocencia con esas bases es peligroso, porque las cifras de impunidad en delitos que no son de género son muy similares a las cifras de impunidad en este ámbito. Es decir, más que una conspiración machista hay un sistema de procuración de justicia inepto y corrupto; están en desventaja no solo las mujeres, sino en general los ciudadanos honestos y respetuosos de la ley, en todos los ámbitos. Si creemos que la presunción de inocencia no está justificada en delitos de género, habría que preguntarnos por qué sí está justificada en otros delitos con niveles de impunidad similares, porque se sigue naturalmente el argumento de que está bien que algunos inocentes se vayan a la cárcel con tal de que deje de haber impunidad para todo tipo de crímenes. Algo así como “los delincuentes en México llevan años abusando a los ciudadanos honestos, hay que tomar como verdaderas todas las denuncias aunque algunos inocentes paguen injustamente”.

Si al lector le suena preocupante un mundo en el que “yo te creo” es el principal mecanismo de justicia, ¿por qué justificamos este escarnio social en #MeToo? Creo, desde la frustración y desde la empatía hacia las que acusan sin proceso legal, que el ambiente de desconfianza que se genera con el linchamiento como mecanismo punitivo es razón suficiente para que respecto a cualquier tipo de crimen sea respetada la presunción de inocencia.

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