Progreso y los retos que enfrenta durante el periodo vacacional

Autoridades deben buscar soluciones a problemas relacionados con los servicios públicos para ofrecer una experiencia turística única a las y los visitantes

Cada Semana Santa, Progreso se llena de visitantes. Según el alcalde Erik Rihani González, durante los fines de semana de vacaciones, llegan entre 10 y 15 mil personas al día, cantidad de gente supera por mucho lo que la ciudad está preparada para recibir.

Progreso, con una población habitual de unos 66 mil habitantes según el Inegi, casi duplica su tamaño en temporada alta, alcanzando cerca de 130 mil personas. Esta sobrepoblación temporal pone al límite todos los servicios públicos y deja al descubierto las fallas en la planeación urbana.

No es un problema nuevo, pero sí uno que se repite cada año desde hace décadas. Basta ver la calle paralela al malecón: se satura de autos y no hay capacidad para recibir a tantos visitantes. Muchos turistas se quejan de la falta de espacios formales para estacionarse ante la avalancha de vehículos.

Uno de los servicios más afectados es el agua potable. Aunque no es de su competencia el servicio, el año pasado la Japay realizó mejoras en el cárcamo y pozo de Temozón que abastece Progreso, y en ese entonces reportó datos de interés sobre la necesidad de agua de ese municipio, que es de competencia municipal: la infraestructura actual del puerto apenas alcanza los 150 litros por segundo, cuando se requieren al menos 200 para abastecer tanto a los residentes como a los visitantes. Esto ha provocado cortes o baja presión, a pesar de que el cárcamo de Temozón fue reparado el año pasado.

La luz tampoco se salva. El aumento en el consumo de energía durante los días más concurridos ha generado apagones que afectan a comercios, vecinos y turistas que rentan cuartos frente a la playa. El problema podría empeorar, ya que se están construyendo nuevos hoteles en el malecón y la costa.

La semana pasada, unos 15 mil visitantes sufrieron apagones constantes justo cuando el calor rondaba los 40 grados. Para muchos, fue imposible disfrutar su estancia.

El tráfico también es caótico. Miles de autos particulares llenan las calles principales en Semana Santa, causando congestionamientos y haciendo más difícil moverse por la ciudad. La falta de espacios para estacionarse se nota, con un déficit estimado de entre 30 y 40 por ciento respecto a lo que realmente se necesita.

Y a todo esto se suma el problema de la basura. Según los datos estadísticos, en promedio una persona genera 1.2 kilos de basura, motivo por el cual se habla de que los 15 mil visitantes estarían generando 18 mil toneladas de basura al día.

Por lo tanto, la recolección no da abasto ante la cantidad de desechos generados durante estos días. Los residuos se acumulan en espacios públicos, afectando la imagen del puerto y poniendo en riesgo la salud de quienes lo visitan o viven allí.

Todo este panorama deja clara la doble cara de Progreso: por un lado, el turismo impulsa la economía; por el otro, la infraestructura no está preparada para recibir a tantas personas a la vez. El agua, la luz, el tránsito y la limpieza se ven rebasados en periodo vacacional.

Este es un reto que han enfrentado todos los gobiernos municipales, sin importar el partido del cual hayan emanado. Pero la situación sigue igual. Y mientras no haya soluciones de fondo, Progreso seguirá quedando corto para ofrecer la experiencia turística que muchos esperan. 

Texto y foto: Acom