Por Santiago Pell
El nombre de Dominic Thiem empezó a resonar a partir del año pasado en uno de los mejores partidos en la historia del US Open (último Grand Slam que se vive anualmente), en el cual se enfrentó a Rafael Nadal, quien en ese momento era #1 del mundo.
Al austríaco se le notaba desde entonces que su nivel de tenis era plenamente digno para confrontarse a los mejores jugadores, lo cual demostró en el primer Masters 1000 del 2019, el BNP Paribas Open, mejor conocido como Indian Wells y llamado por los profesionales como “el paraíso del tenis”, ya que vivió la final contra el suizo Roger Federer, a quien le logró remontar el partido llevándose con esto el mejor título de lo que lleva a lo largo de su corta y prometedora carrera.
A Dominic las ansias de victoria parecen sobrarle, no por nada hoy en día está en el puesto número 5 del ránking ATP y sigue deslumbrando a los fanáticos de este deporte con sus logros, especialmente en este pasado Barcelona Open en el que “Dominator” resultó ganador dando una mera serie de cátedras en la cancha de arcilla; dicho torneo fue testigo de increíbles drop shots y una potente técnica de revés a una mano que el austríaco le regaló al público, obteniendo con esto el pase a la final por haber vencido en su propia cancha, en su propio país y con su propia gente al que era el actual campeón y jugador a vencer, Rafa Nadal. Thiem es una promesa para el tenis mundial, en mi opinión no sería raro verlo campeón de uno de los próximos tres Grand Slam de este año.
