En algún momento al inicio de la relación (quizá un poco hasta ahora creía que iba a cambiar por mí o que yo podía hacer que mi pareja dejara sus adicciones, o si no por mí por sus hijos, o por avanzar en su trabajo o por lo que sea, ¡y me molesta y me frustra tanto que no sea así!.
Y más que ahora vivo en la anticipación y con un miedo constante de que lo vuelva a hacer, que cuando pasa me esfuerzo tanto por minimizar los daños, en cuidar y proteger para que no se lastime o las- time a otras personas, en que llegue bien a casa, hay tantos detalles que cuidar, pero al mismo tiempo me siento estúpido (a) de hacer todas esas cosas aunque me haya prometido mil veces que no lo va a volver a hacer, y que yo intento creer en sus mentiras.
Las discusiones han sido interminables, los problemas innumerables, he perdido la confianza porque lo he intentado todo, desde ignorar, hacer como si no pasara, hablarlo en buen plan, llorando, gritando de enojo, poniendo ultimatums pero nada parece funcionar, claro que mi pareja miente, intenta esconder y no asumir las consecuencias de sus adicciones, hemos pasado vergüenzas, aunque no siempre se dio cuenta, hemos perdido amistades, y yo recibiendo críticas de tantas personas por seguir a su lado.
Claro que seguir aquí no significa que no dude y me pregunte qué hago aquí y por qué no me doy por vencido (a) de una buena vez y termino la relación.
Las adicciones van de la mano con la violencia, así que he aguantado situaciones que me han puesto en peligro a mi y a nuestra familia, pero he intentado ocultar para no preocupar a otras personas, pero llega un punto que las adicciones sacan lo peor de mi pareja y yo sufro las consecuencias al punto de no identificar que está ejerciendo violencia, y cuando la veo venir intento huir y a veces me toma por sorpresa, pues es un elemento de control, para intentar imponerse en su estilo de vida y justificar todo el caos que se genera.
¿Cómo llegué aquí?, ¿por qué sigo permitiendo que esto pase?. El desgaste emocional de estar presente, de ver los estragos que su conducta, de intentar poner límites que no son respetados, y de entender que cada vez se pone peor, y de sentir culpa por querer irme, porque creo que si no estoy presente los riesgos serían peores, o no sé qué sería de mi pareja.
Ya no sé si seguir aguantando, salir huyendo, insistir en que cambie, o pedirle que busque esa ayuda que no quie- re porque no lo ve como un problema, por el autoengaño tan grande de que a pesar de todo lo malo siga insistiendo y creyendo que tiene todo bajo control y que no hay ninguna adicción.
Vivir con una persona con adicciones es un infierno, es vivir esperando la siguiente tormenta, es ser testigo de cómo la persona que tanto amabas y que quizá tanto amas se autosabotea y se destruye lentamente y no querer quedarte cruzado (a) de brazos, con la esperanza de que en algún momento toque fondo y reaccione, es rogarle para que cambie, y ver cómo hace todo eso por el dolor emocional tan grande que tiene.