La cocina tradicional yucateca está de fiesta, pues el restaurante “Pueblo Pibil” cumplió dos años de ofrecer los mejores platillos surgidos de magia del Maestro Pibil, don Silvio Campos Mex.
Ubicado en el centro de Tixkokob, lugar natal de la familia Campos y los Lara, “Pueblo Pibil” es ahora el estandarte de la comida local, en una mancuerna entre los empresarios Carlos y Karina Lara Puerto y don Silvio.
La característica de la comida que se sirve en “Pueblo Pibil”, que además se ofreció a los invitados al festejo, es la cochinita pibil, relleno negro y queso relleno negro, todo enterrado con más 20 horas de cocimiento.
Además, los lunes se puede disfrutar del tradicional frijol con puerco, también enterrado. Otros guisos son: mondongo a la andaluza y San Simón al estilo Tixkokob (pavo).
“Voy a decir algo que ustedes ya saben, pues son nuestros clientes, yo más que hablar en discursos, prefiero la cocina”, dijo don Silvio durante la breve ceremonia de festejo.
Por su parte, Carlos Lara dijo que son dos años de promover la comida enterrada, que es una tradición de siglos entre los yucatecos.
“Dos años de grandes esfuerzos por este legado que estamos dejando a los que nos visitan, que coman con el sabor de nuestros ancestros. Por lo tanto este es nuestro bastión principal, la comida yucateca, la comida enterrada, es lo que queremos dejar para seguir fomentando lo de Yucatán, lo de nuestro pueblo”, recalcó.
Dijo que la gente puede acudir al restaurante y ver el momento en que la comida es desenterrada en la mañana, al mediodía y por la tarde.
Para Karina estos dos años han sido de mucho trabajo en equipo, pues lo importante es no dejar morir la tradiciones.
“Abrimos en el 2017 para compartir la exquisita comida yucateca preparada de forma tradicional, cocida bajo tierra, al estilo pib, como se dice en lengua maya. Lo hicimos también motivados por conservar este legado para que nuestra herencia sea conocida y disfrutada por el mundo”, recalcó Karina.
Asistió un centenar de invitados especiales, principalmente clientes y amigos, muchos de ellos desde Mérida.
Texto y foto: Esteban Cruz Obando