El magno evento de protesta constitucional del nuevo gobernador de Yucatán, Mauricio Vila Dosal, tuvo el acompañamiento de representantes de amplios sectores sociales, pero dejó fuera también a figuras importantes del mismo ámbito político y tales omisiones se constituyeron un mensaje en sí mismas. En comunicación, así como en política, las palabras y presencias hablan tanto como las ausencias y dejan entrever el ánimo conciliador o de distanciamiento y recelo de los gobernantes.
Numerosos medios locales y nacionales destacaron la nutrida concurrencia al Teatro Peón Contreras, habilitado como recinto solemne, y apreciamos declaraciones de empresarios, intelectuales y miembros de la clase política, para luego escuchar numerosas opiniones y lecturas positivas de tan numerosa y diversa concurrencia.
Es comprensible que muchos deseen salir en la foto literalmente, con el nuevo gobernador y presumir en el Facebook el ritual de abrazos. Mas no olvidemos a otros asistentes, los socios defraudados de Crecicuentas, por ejemplo, que no desearon la fotografía, sino la atención del nuevo gobierno para solucionar su conflicto heredado del sexenio de Zapata Bello. Muchos anhelaron estar cerca de Vila, ser escuchados y vistos por quien tendrá ahora que resolver este que es uno de esos temas espinosos que conlleva el arribo al poder.
Evidentemente las restricciones de asistencia masiva son dadas, casi siempre, por las dimensiones del recinto elegido, pero considero que la ausencia de personajes clave del mundo político, solo se explica por una decisión deliberada: no haber sido invitado o no haber querido asistir. En cualquiera de los casos, sienta un precedente para la futura relación entre los actores políticos. En pocas palabras, hay personas a las que se desea invitar y otras a las cuales se debe invitar; hay eventos a los que se desea asistir, y hay otros a los que se debe asistir, aunque no se desee del todo. La cortesía es la razón principal, con una buena dosis de pragmatismo.
Mi reflexión anterior la motiva la ausencia en el acto de Joaquín Díaz Mena, excandidato al gobierno de Yucatán, opositor de Vila, futuro delegado del próximo presidente de la República y ex panista, en contraste con la presencia de Margarita Zavala Gómez del Campo, excandidata a la presidencia de la República y también ex panista; ambos personajes hicieron público su distanciamiento con el panismo. Sin embargo, el gobernador Vila tuvo el gesto cordial de invitar a Margarita Zavala, tal como ella lo reconoció y agradeció públicamente.
Por el contrario, el caso de Díaz Mena me llamó la atención porque el vacío de su imagen en el magno evento da lugar a lecturas e interpretaciones que no abonan nada a la futura -empezará en diciembre- convivencia para la construcción de un clima de colaboración tersa entre ambos niveles de gobierno. ¿Quién de los dos personajes antepuso su temperamento o rencillas al no realizar el signo público de una más que deseada conciliación?
El caso de los periodistas no presentes se explica diferente. Una de las muchas lecciones aprendidas durante la carrera – corroborada cabalmente ya en el desempeño profesional-, es que un periodista nunca debe esperar el ser invitado a un evento oficial de gobierno por dos motivos sustanciales: porque parte de su obligación periodística es recabar información y dar cuenta de lo que haya sucedido y porque un evento oficial de gobierno es un acto público per se que pagamos todos.