Por: Roberto Ojeda
En febrero de 2015, la comisaría de Flamboyanes, en Progreso, fue puesto en el mapa estatal por un enfrentamiento y ajuste de cuentas entre pandillas, el cual llevó al borde de la muerte a dos jóvenes y alertó a la sociedad yucateca que se enteró que esa localidad era tierra de nadie.
A dos años de esa tragedia y hartos de la imagen que dejó, los vecinos buscan salir adelante y dejar atrás esa mala reputación.
“Para que una inversión llegue a Flamboyanes los empresarios deben tener plena seguridad de que este lugar ya no es lo que era. Por eso es importantísimo el trabajo de difusión, porque los medios de comunicación cuando vienen solo sacan pleitos y violencia, sin saber que en realidad están ofendiendo a toda la comunidad que trata de salir adelante”, explicó Raúl López Osorio, director de la Federación del Empresariado Yucateco (Feyac).
“Vamos a tener jóvenes capacitados en carpintería, electricidad o soldadura, nuestros proyectos prosperarán, ya no habrá violencia y será una comunidad que se irá dignificando cada día”.
Para lograrlo se apoyan del Programa de Intervención Comunitaria, Integral y Participativa (Picib), aplicado por la Feyac mediante actividades recreativas y cadenas productivas, como tener un huerto con granja y una fábrica de costura de la que dependen 25 familias.
“Nos ha ayudado mucho a erradicar la violencia, ya hay actividades deportivas, grupos de música, banda de guerra y otras para que los niños salgan del ocio y se alejen de adicciones o delincuencia”, dijo Lucy María de la Luz, del proyecto de costura.
Por su parte Aurelia de la Rosa Castillo, también costurera, reconoció que “Flamboyanes ha cambiado mucho. yo tengo ya 5 años viviendo aquí y cuando entré había mucho pandillerismo, cada fin de semana había pleitos, pero desde que entró el Picip la situación ha cambiado y con cada proyecto contribuimos a solucinar los problemas”.
Las mujeres han tomado la batuta de estos proyectos, serán la primera generación de este esfuerzo y sobre sus huellas caminarán sus hijos.
“El apoyo es necesario y nos ayuda mucho, porque queremos crecer, no solo como trabajadoras sino también como personas, como mujeres que pueden salir adelante, y gracias al proyecto tenemos un futuro.
Sólo en la fábrica de costura ya se invirtieron 2.5 millones de pesos y tienen como objetivo abastecer su mercado, luego el del municipio y a largo plazo, abrir más fuentes laborales a más mujeres.
Por lo pronto ya son proveedores de la escuela primaria, a la que le confeccionan los uniformes, también ya firmaron un convenio con una proveedora de telas local que les deja este insumo a precio de mayoreo.