Querido Paco

Kinécarus Apreciación Cinematográfica
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La verdad es que uno nunca sabrá el impacto que una persona verdaderamente le ha dado al mundo, pero el nombre de Francisco Marín Manzanero es un nombre que tiene peso, un nombre que fácilmente puede ser sinónimo de pasión y de teatro.

Para la pluma de este escritor no le corresponde hablar abiertamente de su vida, ya que coincidimos hace menos de 10 años, pero definitivamente llegaste en un momento crucial en mi formación profesional, y estoy seguro de que así lo fue en incontables almas durante el transcurso de tu paso por esta tierra.

Cuando nos conocimos para realizar el cortometraje que terminaría siendo el trabajo final de mi carrera universitaria me impresionó ver tu presencia, conviviendo con nosotros, que siendo tan inexperimentados y con ganas de comernos al mundo tu nos brindaste paciencia y nos guiaste poco a poco para realizar las cosas como deben de ser pero especialmente con pasión y humildad, te volviste pieza clave de aquél proyecto llamado “Dios está perdiendo la memoria” en el cuál definitivamente te involucraste más allá de lo que necesitabas estar y por eso estaré eternamente agradecido.

Gracias a ti conocí a muchísimas personas que hoy por hoy tengo la fortuna de llamarlos amigos, en esta gran obra que es la vida, tú cómo un gran director reuniste a los factores que se vincularon con mi persona y que, si a menos de una década de conocerte dejaron una profunda marca en mi ser, no quisiera imaginar a los que tuvieron la fortuna de convivir mucho más en tu presencia.

Atesoraré esos brillantes momentos de pláticas que tuvimos en dónde alimentaste mi cabeza y corazón de conceptos, de ideologías y de amor hacia el arte que difícilmente se volverán a replicar, reconoces inmediatamente cuando estás frente a una persona extraordinaria y eso eres tú mi querido Paco.

Has hecho por la conciencia colectiva de la comunidad artística de este estado más de lo que nunca sabrás o realmente necesitarás saber ahora que ya no estás con nosotros, has dejado un legado de pasión, de arte y de calidez humana que ha cambiado a muchas personas y que seguirá cambiándolo durante mucho tiempo, solamente podemos ver hacia atrás, recordarte y decirte: gracias, es momento que galopes hacia el sol, buen viaje.

Texto por Juan Esteban Méndez Cervera.