Estos grupos son objeto de ataques en diversos países por razones de migración, raza, identidad, religión o género, advierte especialista de la ONU en la capital yucateca
Los indígenas y afrodescendientes se han convertido en los “chivos expiatorios” del racismo y la discriminación en todos los países, pequeños o grandes, subdesarrollados o no, lo que, al mismo tiempo, es el principal reto de las autoridades en cada nación.
“Los indígenas y afrodescendientes son parte de los chivos expiatorios para el racismo y la discriminación, es decir, en países como Estados Unidos lo sufre el pueblo latino”, afirmó el doctor Pastor Murillo, integrante del Foro Permanente de Afrodescendientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ex miembro del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial.
El especialista participó ayer en Mérida en el encuentro-diálogo “Herramientas internacionales para combatir el racismo y la discriminación racial hacia una agenda antirracista en México”, organizado por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey) y el organismo nacional “Raza e Igualdad”.
Ante representantes de varias dependencias e invitados especiales, entre ellos el presidente del Colegio de Abogados, Said Escalante Barbosa, el ponente de la ONU reconoció que, en el caso de México, se ha avanzado en las leyes electorales y el reconocimiento que se da a los descendientes de los afroamericanos.
“Hay varios retos en los países, como México, por su ubicación geopolítica, cerca de Estados Unidos, cuyo problema más grande es la migración y el racismo que se vive contra los migrantes, la población indígena y los afrodescendientes”, afirmó.
El doctor Murillo también dijo que la discriminación tiene nuevos impactos disruptivos, como la inteligencia artificial, la vigilancia predictiva, la justicia algorítmica, administración de justicia, en formas contemporáneas de racismos y discriminación racial en contra de la población afrodescendiente, indígena, latina, y hacía la mujer.
Murillo, quien es miembro del Foro Permanente de la ONU de la lucha contra la discriminación y el racismo, manifestó que, contrario al 2011, ahora hay avances a favor de esos tres grupos: indígenas, afrodescendientes y la mujer.
“Tuve la oportunidad de venir a México 2011 en ocasión de la proclamación del Año Internacional de los Afrodescendientes, en ese momento la demanda o exigencia en el aeropuerto era cantar el Himno Nacional para demostrar que eran nacionales, ahora no”, indicó.
Reconocimiento
Hoy ya se cuenta con una población importante, cercana a los 2.5 millones de personas que se autorreconocen como afrodescendientes y se ha trabajado en una reforma política para ello. Eso es un avance importante, el reconocimiento social y político de los indígenas ya se palpa.
“A pesar de los avances y que las comunidades indígenas y afrodescendientes ya pueden contender por cargos de elección popular, existen otros desafíos para que los derechos de esas poblaciones sean reconocidos”, destacó.
En ese sentido, expresó que el país ha tenido avances en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero que tiene un gran reto en la materia de justicia y desarrollo con esas comunidades.
“El gran reto de nuestro país es avanzar y profundizar en el reconocimiento, justicia y desarrollo en relación con los pueblos indígenas y afrodescendientes. Otros desafíos para la nación son la migración, crisis climática, la paz y estabilidad internacionales”, advirtió.
Explicó que hay que dimensionar con mayor eficiencia las causas profundas de la migración, no solo del país, sino de la región, lo que permitiría que un diálogo con Estados Unidos esté mediado por un entendimiento de las particularidades.
El caso de Haití
Un ejemplo muy notable es la migración del pueblo hatiano, cuyo fenómeno está ligado con el racismo y la discriminación estructural del pasado, al tener que pagar una indemnización de 21 mil millones de dólares (150 millones de francos del Siglo XIX) actuales a Francia, Estados Unidos y Alemania, luego de su independencia en 1804.
“Ese vínculo con la cuestión de las tratantes trasatlánticos y la esclavitud se reflejan con la realidad actual del pueblo de Haití, a la que se ha sumado los desastres naturales”, detalló.
La crisis climática, agregó, profundiza las desigualdades y expulsa cada vez a migrantes que se dirigen al norte.
“Esta situación está siendo utilizada e instrumentalizada políticamente y al final termina perjudicándonos a todos”, externó.
¿Cómo erradicarlo?
Recordó que el principal mecanismo para erradicar la discriminación y el racismo es la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, que es implementado por la misma ONU, a la que están obligados todos sus miembros, incluido México.
Otras intervenciones
Otro orador en el encuentro fue Miguel Óscar Sabido Santana, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey), quien aseguró que los derechos humanos son la base de la convivencia humana.
“Han dejado de ser anhelos y se han convertido en realidades tangibles. Sin embargo, existen deudas pendientes, sobre todo con aquellos que históricamente se han visto más desfavorecidos y/o discriminados”, indicó.
Agregó que nuestra Constitución nacional dispone en su Artículo Primero que “todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte, así como de las garantías de su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que la propia Carta Magna establece.
En ese sentido, en su párrafo quinto prevé que “queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y que tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.
No obstante, reconoció, en nuestro país existen innumerables casos de desigualdad y de discriminación, varios motivados por origen étnico o nacional, dando lugar a lo que conocemos como racismo, el cual establece discursos y prácticas que denigran la dignidad de las personas.
“El racismo guarece corrupción y complacencia de muchos, entre ellos el Estado, pero, sobre todo, el racismo inhibe el ejercicio efectivo de derechos”, recalcó.
“A pesar de que en México el silencio ha sido compañero del racismo, como en muchos países de América Latina, su presencia ha sido cada vez más consistente en los últimos años en los recuentos de violaciones a derechos humanos. Numerosos organismos han señalado la existencia de conductas cotidianas que traen aparejados actos de racismo sistémico y han establecido su impacto en las gramáticas de los derechos”, manifestó.
Texto y fotos: Esteban Cruz O.