La muerte cerebral no es el fin de la vida
Por Roberto A. Dorantes Sáenz
La muerte es un tema fascinante, puede haber distintas tipos de muerte, es decir los modos o maneras de morir, pero lo que es la muerte real sólo se da con la separación del alma con el cuerpo, así nos lo dice la sana filosofía. La única señal que dice que una persona está muerta es la putrefacción, por esa razón estoy en desacuerdo con la donación de órganos vitales, aún en la muerte cerebral. Cuando expreso órganos vitales me refiero al corazón, cerebro, páncreas o aquéllos que puedan ir en contra de la integridad corporal del paciente.
La Ley General de la Salud en el capítulo IV nos indica lo siguiente: Artículo 343. La muerte encefálica se determina cuando se verifican los siguientes signos: ausencia completa y permanente de conciencia; ausencia permanente de respiración espontánea, y ausencia de los reflejos del tallo cerebral, manifestado por arreflexia pupilar, ausencia de movimientos oculares en pruebas vestibulares y ausencia de respuesta a estímulos nocioceptivos (el dolor nociceptivo representa aquella forma de dolor que aparece en todos los individuos normales como consecuencia de la aplicación de estímulos que producen daño o lesión de órganos somáticos o viscerales).
El artículo 345 afirma que “no existirá impedimento alguno para que a solicitud y con la autorización de las siguientes personas: el o la cónyuge, el concubino o la concubina, los descendientes, los ascendientes, los hermanos, el adoptado o el adoptante; conforme al orden expresado; se prescinda de los medios artificiales cuando se presente la muerte encefálica comprobada y se manifiesten los demás signos de muerte a que se refiere el artículo 343”.
Existen casos donde los médicos han declarado la muerte cerebral y las personas han regresado de ese estado, como sucedió en Oklahoma el 28 de marzo de 2008, cuando un joven de 21 años, Zack Dunlap, protagonista de una sorprendente historia en Estados Unidos, sufrió un grave accidente; los médicos que lo trataban declararon su muerte cerebral pero despertó poco antes de que le extirparan los órganos vitales que serían donados a otros pacientes.
O el caso más reciente de Marwa, la semana pasada, una bebé de un año que despertó del coma inducido en el que se encontraba por un virus que la afectó gravemente y a quien los médicos querían desconectar de la máquina que la mantenía con vida, algo a lo que siempre se opusieron sus padres.
El medio informativo La Vanguardia nos dice que el comité de ética del hospital había tomado la decisión de manera unánime de no alargar una agonía irreversible, según su criterio, y desconectar el respirador que mantenía a Marwa con vida. Sus padres, reticentes a la idea de perder la esperanza de que su hija pudiese salir del coma, llevaron a los médicos del hospital ante los tribunales.
La justicia falló a su favor y el pasado 16 de noviembre ordenó que un equipo de tres neurólogos evalúe la situación de Marwa y las posibles secuelas neurológicas que podría estar sufriendo. La batalla de Bouchenafa Mohamed, padre de la pequeña Marwa, ha dado mucho que hablar en Francia. El hombre llevó a mediados de noviembre al tribunal administrativo de Marsella el caso para evitar que los médicos del hospital de Timone desconecten a su hija, que permanecía en estado de coma inducido.
Sorpresa y admiración se vieron en los médicos y los padres de esta niña, pues resulta que Marwa ha despertado del coma. Mohamed Bouchenafa, padre de la pequeña, ha publicado un vídeo en el que se puede ver cómo la pequeña tiene los ojos abiertos. Según explica el padre, la niña responde a los estímulos y reacciona ante la voz de su progenitor.
Ante la situación, el hospital marsellés ha emitido un comunicado en el que pide “calma y serenidad”. Consideran que por ética “deben mantener la confidencialidad médica” y aspiran a poder mantener un entono calmado que les permita ejercer su trabajo de la manera más profesional posible.
Como estos casos existen muchos, por eso la donación de órganos debe ser regulada por la bioética, ciencia que puede arrojar mucha luz sobre las nuevas tecnologías que podrían ser legales o ilegales. A pesar de ser una acción ya legal, en mi punto de vista considero que no debe practicarse la donación de órganos vitales, aunque se declarara la muerte cerebral, puesto que esto atenta contra la integridad del ser humano, a pesar de que no reaccione el cuerpo la persona tiene vida y quitarle los órganos vitales es homicidio, puesto que se le priva de la vida al individuo.
Siempre hay que abogar por la vida, puesto que ésta es un don que viene de Dios y tan sólo Él puede decidir el momento de terminarla. Por cierto, les invito a que vean el video de Marwa: está preciosa y sonríe ante la voz de su padre.