¿Realmente necesitamos desayunar?

Sí, pero no por la razón que piensas.

Cuando se trata de hablar de hábitos saludables matutinos, yo no soy quién para sermonear sobre las virtudes de de un litro de agua con limón caliente, 17 salutaciones al sol y meditación durante una hora antes de empezar el día. Me encantan mis cafés en la mañana como cualquiera, y una rutina matutina consiste para mí generalmente en apretar repetidamente y durante 20 minutos el botón de snooze del despertador. Pero hay un ritual tempranero del que sí
predico sobre sus méritos y ese es el desayuno.

Sé que este consejo no es nada nuevo. A todos se nos dice que debemos desayunar, de hecho, la industria del ejercicio y la salud suena a un enorme disco rayado cuando se trata de este tema. Pero es por buenas razón, aunque quizás no por las
que pienses.

¿Por qué el desayuno es tan importante?

La principal razón no es porque, de hecho, “ponga en marcha el metabolismo”, como se nos ha dicho frecuentemente. Sino simplemente por el efecto que tiene en el resto de lo que comemos en el día. Saltarnos el desayuno significa que nuestros niveles de azúcar en sangre tienden a caer a un nivel peligroso. Y digo riesgoso porque cuando dichos niveles están realmente bajos, nuestro cuerpo nos envía señales nada agradables de que necesitamos azúcar, grasa y la mayor cantidad de alimentos calóricos que podamos encontrar. Y rápido. Entonces, a pesar de las mejores intenciones y planes que tengamos de comernos un sándwich con ensalada y fruta para el lunch, de pronto nos damos cuenta que estamos atascándonos un pay, papás y con una malteada de chocolate a un lado. Y esto no solo no es bueno para nuestra salud, sino que nos deja con cero energía y con un comportamiento nada alegre para el resto del día. Y la diversión no termina aquí. Tenemos entonces nuestros niveles de azúcar como una montaña rusa que nos lleva del hambre extrema a un atracón de carbohidratos, a la hinchazón, a los remordimientos y de nuevo a sentirnos hambrientos en un tiempo récord.

Pero, ¿qué tal si no se te antoja comer en la mañana?

Aunque el desayuno es muy importante, no voy a intentar forzar a nadie a comer algo que no quiera, y eso incluye el desayuno. Y aunque pienso que sentarse y darse el tiempo para comer es la manera ideal de que sean las cosas, si no puedes conque comer sea lo primero que hagas en el día, no te asustes. Encuentra algo que puedas llevarte al trabajo o a donde vayas y cómelo cuando tengas ganas. Solo asegúrate de comer una vez que sientas ganas.

El problema de muchas personas es que están tan atrapadas entre trabajo, juntas, dejar a los niños en la escuela, etc. que antes de que se den cuenta es hora del lunch y están muertos de hambre y listos para comerse cualquier cosa y todo lo que esté a la vista.

Y entonces, ¿qué debo comer?

El desayuno no tiene que ser perfecto. Idealmente debe ser algo que incluya algunos carbohidratos de alto contenido de fibra y bajo índice glucémico (IG) (por ejemplo, tostadas integrales o multigrano, avena, muesli u otros cereales integrales), algunas proteínas (huevos, yogur, leche, nueces o mantequilla de maní) y un poco de frutas o verduras. Esta combinación no solo te da una buena dosis de nutrientes, sino que también te sacia y mantiene tus niveles de azúcar en sangre estables. Pero si eso no es realista, un trozo de fruta (carbohidratos bajos en IG) y un latte (carbohidratos y proteínas de bajo IG) es mucho mejor que nada.

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