Recuerdan 18 años de sexo … sin pudor ni lágrimas

Un productor muy importante me dijo que el guión se leía demasiado fácil y que eso no era bueno, recuerda divertido Antonio Serrano, el director de Sexo, pudor y lágrimas, cinta que hoy cumple 18 años.

“Tardé cuatro años en convencer a alguien para hacerlo película; decían: este (él) viene de teatro, viene de televisión y así no”, agrega.

En 1999, cuando llegó a salas, Sexo, pudor y lágrimas se mantuvo por siete meses en cartelera (unas 28 semanas), más del doble de lo habitual, aún hoy.

Basada en la exitosa obra teatral homónima dirigida por el mismo Serrano, llega a la mayoría de edad.

“¡Es toda una vida millennial!”, comenta Víctor Huggo Martin, el “Carlitos” de la historia, quien veía cómo un intruso llamado Tomás (Demian Bichir) se inmiscuía con su pareja (Susana Zabaleta).

Desde el título, la producción tuvo problemas con habitantes de Polanco, en el entonces Distrito Federal, locación principal.

Locaciones

Se requerían dos edificios vecinos, uno frente al otro, para recrear las escenas de las dos parejas principales: Martin y Zabaleta en uno, Jorge Salinas y Cecilia Suárez en el otro.

Encontraron los departamentos en la esquinas de Newton y Hegel.

Convencimiento

“Uno estaba vacío pero en el otro, cuando se enteraron del título, los vecinos hicieron una junta con nosotros presentes para decirnos que jamás nos dejarían hacer una película pornográfica y hubo que decirles que no era eso, convencerlos”, rememora Antonio Serrano.

En realidad, la historia se desarrolla en torno a los problemas maritales de estas dos parejas.

Por un lado, Martin, que es un escritor agobiado por no poder escribir una novela, lo que lo lleva a ignorar a Zabaleta incluso en el plano sexual.

Enfrente, Jorge Salinas, un publicista exitoso, adicto a la cocaína e incapaz de entenderse con su esposa, Cecilia Suárez.

A ellos se agregan dos personajes “libres”: Tomás, que regresa de un viaje iniciático de siete años y Mónica Dionne, que vuelve de Kenia. Entre los seis personajes ronda efectivamente el sexo pero también el pudor y las lágrimas.

El Universal

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