El gobernador Joaquín Díaz Mena encabeza la ceremonia del aniversario 215 del inicio de la Independencia de México en la Plaza Grande de Mérida, ante miles de familias yucatecas, reafirmando la unidad y el orgullo patrio
Con gran alegría y entusiasmo, miles de personas se dieron cita anoche en el corazón del Centro Histórico de Mérida para atestiguar la ceremonia del Grito de Independencia, encabezada por el gobernador Joaquín Díaz Mena, en lo que representó su primera conmemoración oficial al frente del estado.
Desde las 19:00 horas se presentaron grupos musicales del Centro de Bellas Artes de Yucatán, con sus bailes y música, y un total de 88 artistas locales.
Luego, el mandatario Díaz Mena salió de su despacho de Palacio de Gobierno y caminó hasta el Salón de la Historia de este recinto acompañado de soldados y policías para iniciar la ceremonia.
En el trayecto, el inspector de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), David Alberto Gamboa Tello, entregó la bandera nacional en las puertas del Salón Carranza a la escolta mixta de las Fuerzas Armadas, dando comienzo a los honores de ordenanza y trasladándose al Salón de la Historia.
Mientras, el secretario General de Gobierno de Yucatán, Omar Pérez Avilés, dio lectura del Acta de Independencia.
Posteriormente, acompañado de su esposa, la presidenta honoraria del DIF Yucatán, Wendy Méndez Naal, de sus hijos Joaquín y Julián Díaz Méndez, así como de autoridades civiles y militares, el mandatario estatal salió al balcón central del Palacio de Gobierno para recordar a los héroes que dieron libertad a la nación y ondear la Bandera Nacional ante la multitud.
“¡Viva nuestra Independencia !, ¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad!, ¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla!, ¡Viva José María Morelos y Pavón!, ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!, ¡Vivan Elvia y Felipe Carrillo Puerto!, ¡Viva el Renacimiento Maya!, ¡Viva México!, ¡Viva México!”.
Las familias respondieron a la arenga con un unísono “¡Viva México!”, marcando una noche de unidad y orgullo patrio en el corazón de la capital yucateca.
Acto seguido, el mandatario estatal hizo sonar la campana y ondeó con orgullo el lábaro patrio, gesto acompañado por la ovación de miles de yucatecas y yucatecos reunidos en la Plaza Grande, quienes respondieron al unísono con un enérgico “¡Viva México!”.
La ceremonia continuó con la entonación solemne de los himnos Nacional y Yucateco, interpretados con respeto y emoción por todos los presentes. Luego, la Bandera de México fue devuelta con honores a la escolta mixta de las Fuerzas Armadas, concluyendo el protocolo con la solemnidad propia de esta conmemoración.
Posteriormente, el Gobernador, junto con las autoridades civiles, militares e invitados, regresó al balcón principal para disfrutar del tradicional espectáculo de pirotecnia y, más tarde, la actuación musical a cargo de Edén Muñoz.
La gente comenzó a bailar y cantar en este magno festejo que se prolongó por más de una hora, en las calles céntricas de la ciudad. En tanto, elementos de la SSP y Policía Municipal implementaron un operativo de seguridad.
Participaron en este evento conmemorativo el comandante de la X Región Militar, General de Brigada Estado Mayor Cristóbal Lozano Mosqueda; el coordinador territorial de la Guardia Nacional Región Sureste, General de Brigada Estado Mayor Juan Carlos Guzmán Giadans; el comandante de la 32/a Zona Militar, General de Brigada Estado Mayor Bernardo Reginaldo Reyes Herrera; el comandante de la IX Zona Naval, Vicealmirante de Cuerpo General Diplomado de Estado Mayor Héctor Rafael Solís Hernández; el secretario de Seguridad Pública del Estado, Comisario General Luis Felipe Saidén Ojeda; y el presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, Alejandro Cuevas Mena.
También asistieron la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado, Erika Beatriz Torres López; la presidenta municipal de Mérida, Cecilia Patrón Laviada; el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del Estado, Wilmer Manuel Monforte Marfil; el fiscal general del Estado, Juan Manuel León León; el director del Hospital Militar Regional de Especialidades, General Brigadier Médico Cirujano Antonio Carvajal Gómez; el fiscal federal en el Estado de Yucatán, Manuel David Magdón Flores; el coordinador estatal de la Guardia Nacional en Yucatán, General Brigadier Guardia Nacional Estado Mayor David Morales Hernández; y el comandante interino de la Base Aérea Militar Número 8, General de Grupo Piloto Aviador Estado Mayor Ernesto Velázquez Montoya.
MORELOS Y SU AMOR POR FRANCISCA
José María Teclo Morelos Pavón y Pérez, uno de los principales luchadores de la Independencia de México, fue detenido en una batalla ocurrida el 5 de noviembre de 1815, en Temalaca, Puebla; sin embargo, fue poco valiente para conquistar, por las buenas, el amor de una mujer de singular belleza.
Cabe recordar que en esa fecha fue capturado tras la batalla, debido a que fue superado por el número de soldados y armas; lo tomó preso Matías Carranco, un antiguo insurgente que ahora servía al bando realista. Para el 22 de diciembre de 1815, murió fusilado, pensando en su amada Francisca, o Panchita como le decía en su memoria de cariño.
Pero, ¿quiénes eran y qué representaban Matías y Francisca en la vida José María Morelos, el “Siervo de la Nación”?
En las historias pocas conocidas y polémicas, Morelos se dedicaba a la comercialización de productos en el estado de Michoacán de Ocampo, junto con Matías Carranco, quienes conocían a la perfección todos caminos y bosques.
En su andar platicaron en una ocasión de una mujer, sí, María Francisca Ortiz, la mujer que robó el corazón de ambos hombres. Fue descrita una belleza que podría brillar en la oscuridad.
El historiador Francisco Martín Moreno, en su publicación “Arrebatos Carnales” escribe en su página 92, y subsecuentes, que José María Morelos, nunca pudo olvidar el amor de Francisca debido a que le “arrebató el sueño para siempre y que se apoderó de mi respiración, de mi imaginación y de mi paz hasta obligarme a cambiar el rumbo de mi vida”.
Detalla que el luchador de Independencia a sus 24 años, trabajaba en la Hacienda de San Rafael, en la localidad Tlahuejo y repartía mercancías en tendejones, pero al llegar al pueblo de Tepecoacuilo, conocía Francisca, y se enamoró de ella en ese momento; pero nunca tuvo la valentía de declararle su amor al paso de los meses.
En uno de sus viajes, sintió cómo les clavaban el filo de un machete en su estómago, cuando Matías Carranco, su compañero de viaje, le habló de una mujer a la que describió de singular belleza, de piel blanca y que estaba dispuesto a casarse con ella a menor oportunidad.
Morelos le cuestionó a ese viaje, que si se trataba de Francisca, quien era sobrina de Don Antonio Gómez Ortiz, el dueño de una tienda en Tepecoacuilo, a lo que Matías, contestó que “sí”.
El historiador escribe que José María Morelos observó la mirada de Matías: “repuso desinteresadamente sin imaginar que me estaba encajando en el estómago la hoja afilada de un machete. Por supuesto que Matías no podía imaginar que yo también suspiraba por Panchita, y que no solo suspiraba, sino que yo también había dispuesto hacerla mi mujer”.
Incluso Morelos, estuvo a punto de retarlo a un duelo a muerte: mache a machete.
Días después, José María Morelos, por recomendación de su mamá, una maestra, le dijo que la cortejara a Francisca, y así lo hizo.
Sin embargo, en uno de esos días, Antonio Gómez Ortiz le dijo al “Siervo de la Nación” que su sobrina Francisca habría sido secuestrada por Matías, en las fiestas patronales de Ahuacatitlán; por lo que, Morelos, tomó un caballo y su machete y fue a la casa de su amigo a rescatarla.
Al llegar, Morelos se encaró con Matías, con actitud violenta, en la puerta de su casa al asegurar que iba por Francisca, porque la tenía secuestrada.
“¿Quién te dijo que la tengo secuestrada, dijo Matías?, yo la invité a vivir conmigo, no me la traje a jalones ni amarrada, vivimos juntos de mutuo acuerdo”, detalla el historiador.
Sin embargo, Morelos insistía que era falso y se iba a llevar a Panchita, además de devolverla con su tío.
“Antes de que Matías pudiera contestar, Francisca, de espaldas a él y a modo de una respuesta muda, pero elocuente, entrelazó los dedos de sus manos con los de él, al tiempo que me disparaba en pleno rostro y sin la menor piedad: ´-Ya soy una mujer, José María, y puedo tomar mis propias decisiones. Mi edad no cuenta, me quedaré a vivir aquí con Matías, gústele a quien le guste y desagrádele a quien le desagrade”, detalla el autor.
Incluso al paso de los años, Morelos y Matías se encontraron y lucharon casi hasta la muerte; Francisca se unió con el Siervo de la Nación a la lucha de Independencia.
Sin embargo, años después, en la batalla donde fue capturado, Morelos, sí, por Matías, ese compañero de viajes de negocios y antiguo rival de amores.
“Morelos: era él, no cabía la menor duda: se trataba de mi antiguo amigo arriero, quien me había arrebatado a la mujer de mi vida. ¿cómo confundirlo?, -tú y yo ya ‘nos conocíamos, Matías, ¿no es cierto?, aduje haciendo gala de una gran sangre fría al recordar las mismas palabras de cuando nos batimos a duelo a machetazos, en Chichihualco, cuatro años antes”
“Es usted mi prisionero, respondió Matías, dudando de lo que sus ojos veían, evitaría, a como diera lugar, que me dispararon, por supuesto que me quería vivo para cumplir con su parte de la venganza. La vida lo premió concediéndole la oportunidad de atraparme”, escribió el historiador Martín Moreno.
Texto y fotos: Alejandro Ruvalcaba




