Recuerdan la canonización de santa María Faustina Kowalska

Al recordar la canonización en el año 2000 a la santa María Faustina Kowalska por parte de San Juan Pablo II, el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, resaltó la perseverancia y transparencia con la que se desenvolvía, ya que cuando dio sus revelaciones fueron cuestionadas y ella aceptó someterse a un tratamiento psiquiátrico.

Recordó que el apoyo total de la Iglesia inició desde que en 1993 se estableció el segundo domingo de Pascua para celebrar al Señor de la Misericordia, animando así a practicar el rezo de la Coronilla de la misericordia.

Al principio, explicó que el director espiritual mandó a sor Faustina someterse a tratamiento psiquiátrico, el cual aceptó y salió declarada completamente sana.

“Desde ahí sor Faustina tuvo todo el apoyo de su director espiritual. Físicamente tuvo que lidiar con la tuberculosis que la afectó durante años. Tampoco fue fácil la fundación de una nueva congregación contemplativa de la Divina Misericordia”, indicó.

Expresó que la imagen de Jesús Misericordioso representa al Señor, tal como ella lo veía en su contemplación, por lo que algunos buenos pintores tuvieron la tarea de plasmar la santa imagen, que el mismo Jesús le pidió a Faustina dar a venerar.

Aseveró que, en 1935, Faustina escribió que el propósito de las oraciones de la coronilla por la misericordia es triple: Obtener misericordia, confiar en la misericordia de Cristo y mostrar misericordia a los demás, yo estoy convencido de que el que no muestra misericordia hacia su prójimo, realmente no ha entendido esta devoción, ni la ha seguido puntualmente en su verdadero espíritu.

Recordó que el mismo Jesús dice en el santo Evangelio, que quien no muestre misericordia a su prójimo, no alcanzará la misericordia de Dios, por lo que nos manda diciendo: “Sean misericordiosos, así como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6, 36).

Aseveró que todos los escritos de santa Faustina están bajo estudio, y sería de esperar que pronto fuera declarada Doctora de la Iglesia, no cabe duda de que Dios nos está bendiciendo con el carisma femenino de nuestras santas, en un tiempo que el Espíritu nos mueve a dar más y más su lugar, a la mujer en la Iglesia y en la sociedad.

Refirió que la primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta el ideal de la comunidad cristiana, donde todo lo tenían en común, nadie guardaba con celo sus posesiones, sino que todo se repartía por igual entre todos y nadie pasaba necesidad. “Las experiencias de comunismo en el mundo han resultado un verdadero fracaso, porque convertían en pobres a casi todos, frente a un Estado muy fuerte económicamente, y sobre todo una riqueza extrema en la élite política gobernante. Hoy en día hay muchos que tienen miedo de que en México nos estemos encaminando hacia aquellas experiencias fallidas”.

Sin embargo, indicó que el Evangelio está mucho más allá de cualquier sistema político, económico o ideológico, porque si todos compartiéramos libremente, movidos por la fe y la caridad, no existiría ningún tipo de injusticia. Aquel ideal vivido en la primitiva comunidad cristiana debiera mover no sólo a la Iglesia sino a toda la humanidad, recordando lo que el papa Francisco nos ha dicho: que somos “Fratelli Tutti”, “Hermanos Todos”.

Monseñor Rodríguez Vega subrayó que la asistencia a la Eucaristía dominical es esencial para probar nuestra fe en el Resucitado.

Agregó que en la segunda lectura tenemos un texto de la Primera Carta del Apóstol san Juan, donde habla del mundo como la categoría teológica que representa el mal, el pecado y todo lo contrario a los mandamientos divinos. “Además, nos dice que vivir en el amor significa el cumplimiento de todos los mandamientos, pues el amor no es un sentimiento romántico, sino un compromiso de servir efectivamente a Dios y al prójimo”, mencionó.

Indicó que ahora que ha visitado a tantas comunidades de Yucatán donde el sacerdote no puede ir los domingos a celebrarles la Eucaristía, les he exhortado para que no dejen de congregarse en el Día del Señor, a que escuchen su Palabra, oren como Iglesia que son, y que el sacerdote vaya cuando pueda a celebrar la misa.

“Desde la resurrección de Cristo, la Eucaristía es el sacramento por excelencia para el encuentro real con él. En el mundo hay mucha gente que no puede recibir a Jesús en este Sacramento. Muchos otros no tienen esa costumbre porque viven en lugares aislados donde el sacerdote no puede ir con frecuencia. Aquí mismo en Yucatán hay muchas comisarías y pequeñas comunidades a las que el sacerdote sólo puede visitar una vez al mes. Más aún, hay lugares en el mundo donde el sacerdote sólo puede acceder una o dos veces al año. Otros no tienen el hábito de frecuentar el Sacramento porque no han sido suficientemente evangelizados”, indicó.

Subrayó que la asistencia a la Eucaristía dominical es esencial para probar nuestra fe en el Resucitado. Más que un mandato, es una necesidad la que tenemos, de reunirnos con la comunidad de los creyentes en el día del Señor. “Revaloremos nuestra fe en la participación y recepción devota del Santísimo Sacramento. Sigamos celebrando esta Pascua hasta el día de Pentecostés”, finalizó.

Texto y fotos: Darwin Ail