Reflexión sobre la carta a los Gálatas (Primera Parte)

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

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No hay otro evangelio que sea válido y verdadero, diferente al de nuestro amado Señor Jesucristo. 

Existen personas que quieren pervertir el evangelio, y perturban a la comunidad, alejándose no solo de la sana doctrina, sino también del amor. Sin amor, nada somos y a ningún lado llegaremos. 

Debemos ser muy precavidos, ya que ningún ángel puede anunciar un evangelio distinto al de Jesús, pues sería anatema para Dios. Si alguien nos predica un evangelio distinto, no debemos escucharlo, pues con sus muchas palabras puede inducirnos al error. Esto ha ocurrido así, en el caso de múltiples sectas, que incluso han conducido al suicidio en masas de sus engañados y fanatizados seguidores. Jesús conduce a la vida, y vida en abundancia. No a la muerte, ni al culto a la personalidad del líder. 

El ministerio de Pablo consistía en anunciar el evangelio, pero no según los parámetros falibles, inexactos, e incluso con manifiesta ignorancia de los seres humanos, sino con el poder de Dios, por la revelación de Jesucristo. Pablo, quien otro tiempo perseguía a los cristianos, ahora, predicaba la fe que con anterioridad asolaba. 

En Cristo Jesús, tenemos libertad, y ya no estaremos más, reducidos a la esclavitud, pues la verdad del evangelio permanece en nosotros, sellada en nuestros corazones, y generando la renovación de nuestras mentes. Los que tenían reputación de “ser algo”, de nada sirve, pues Dios no hace acepción de personas, y capacita para predicar tanto a los de la circuncisión como a los no circuncisos, a judíos (ministerio de Pedro) y a gentiles (ministerio de Pablo), por igual. 

El llamado y la predicación son por gracia y no por merecimiento ni título alguno. Asimismo, debemos acordarnos siempre de los pobres, lo cual Pablo procuró hacer con diligencia durante toda su encomienda. ¿Qué estamos haciendo el día de hoy, en amor, por nuestro prójimo?, no para salvación, pues la salvación es por fe en Jesús, y no por obras, para que nadie se gloríe, sino por agradecimiento a Dios, porque él es bueno, y si nos ha bendecido, es para bendecir…