Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
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En la primera carta a Timoteo, se realiza una clara advertencia en contra de las falsas doctrinas, las cuales abundan en la actualidad y se han infiltrado en la iglesia cristiana, debiendo estar alertas y listos para cotejar lo que vemos con lo que escrito está en la Biblia, para tener un parámetro que permita distinguir aquello que proviene de Dios, de lo que no lo hace.
Es básico tener cuidado con aquellos que enseñan algo distinto al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. No debemos prestar atención a fábulas y genealogías interminables, que conducen las más de las veces a contiendas y disputas, sino más bien, es preciso que nos edifiquemos con la fe. El propósito de edificarnos los unos a los otros en la fe hacia nuestro amado Jesús, es el amor nacido de un corazón limpio, de buena conciencia y de fe no fingida, sin desviarse nadie hacia la vana palabrería, queriendo mostrarse a sí mismos como “doctores de la ley”, llenos de soberbia y orgullo, pero vacíos, ya que no entienden lo que hablan ni lo que afirman.
La ley es buena, si es utilizada de forma legítima, como Jesús hizo. La misma, no fue dada para el justo, sino para aquellos acostumbrados a trasgredir la palabra de Dios, siendo desobedientes, para los impíos y pecadores, irreverentes, profanos, parricidas, matricidas, homicidas, fornicarios, sodomitas, secuestradores, mentirosos y perjuros, y para todo aquel que se oponga a la sana doctrina. El Apóstol Pablo da gracias a Dios, porque es él quien lo fortaleció en medio de las pruebas, y lo ayudó a mantenerse fiel, sin importar que, en el pasado, haya sido blasfemo, perseguidor e injuriador de cristianos. Dios según el propio Pablo, fue muy misericordioso con él, y clemente, ya que actuó como un insensato por ignorancia e incredulidad. Pablo se reconocía a sí mismo como: “de los pecadores, el primero”.
Es importante mantener siempre como cristianos, la fe y buena conciencia, haciendo, ante todo, ruegos, oraciones, peticiones y acciones de gracias continuas, por todas las personas, por los reyes y todos los que están en puestos prominentes, y por aquellos que se encuentran en necesidad, por igual, sin distinción. Debemos vivir en toda piedad, y con honestidad, porque ello es bueno y agradable delante de nuestro amado Dios. El misterio de la piedad, me impactó de manera profunda, ya que en unas pocas frases resume todo lo acontecido:
“Dios fue manifestado en carne” – Jesucristo es la encarnación de Dios.
“Justificado en el Espíritu” – Ya no por obras.
“Visto de los ángeles” – Siendo superior a ellos.
“Predicado a los gentiles” – Por gracia y misericordia, al injerto, a nosotros.
“Creído en el mundo” – Para aquellos que habremos de ser salvos.
“Recibido arriba en gloria” – Al vencer la muerte y resucitar de entre los muertos, viviendo para siempre en Victoria.