Reflexiones a 13 años de Fukushima

Salvador Castell-González 

El 11 de marzo del 2011 ocurrió una de las tragedias naturales de mayor impacto del cual se tiene registro. 

Un terremoto de magnitud cercana a 9 y un tsunami devastador azotaron la costa de Fukushima en Japón. El impacto del terremoto y del tsunami por si solos fueron una catástrofe, pero no fue todo. La planta nuclear Este triple desastre tuvo un impacto catastrófico en la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi, que sufrió graves daños y liberó material radiactivo al medio ambiente.

Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea), el accidente de Fukushima fue el más grave desde Chernóbil en 1986, y se clasificó en el nivel siete de la Escala Internacional de Eventos Nucleares (Ines), el más alto. El terremoto y el tsunami causaron la pérdida de suministro eléctrico y de refrigeración en los seis reactores de la planta, lo que provocó fusiones parciales o totales del núcleo, explosiones de hidrógeno y fugas de agua contaminada.

La radiación liberada afectó a la salud, el medio ambiente y la economía de la región. Más de 100 mil personas tuvieron que ser evacuadas de las zonas cercanas a la central, y muchas de ellas aún no han podido regresar a sus hogares. 

Algunos estudios han estimado que el riesgo de cáncer entre los trabajadores y los residentes expuestos se ha incrementado ligeramente, aunque no se ha confirmado ningún caso atribuible al accidente. Además, la radiación ha contaminado el suelo, el agua y los alimentos, lo que ha supuesto un desafío para la agricultura, la pesca y el turismo.

La reconstrucción y la descontaminación de las zonas afectadas ha requerido una gran inversión económica y humana. Según el gobierno japonés, el costo total del desastre podría superar los 200 mil millones de dólares. Igual, se ha planteado la necesidad de revisar la política energética del país, que dependía en un 30% de la energía nuclear antes del accidente. Actualmente, sólo nueve de los 54 reactores nucleares que tenía Japón están operativos, y el debate sobre el futuro de esta fuente de energía sigue abierto.

Hoy en día, las catástrofes de Fukushima y de Chernóbil una de sus consecuencias fue el abandono de la energía nuclear como fuente de energía a nivel mundial, pero, aunque la energía nuclear es potencialmente peligrosa, tiene bajas emisiones de gases de efecto invernadero, alta eficiencia y producción, por lo tanto, su impacto ambiental directo es menor que el de los combustibles fósiles. La lección que podemos aprender es que debemos estar preparados para afrontar los riesgos asociados a la energía nuclear, y garantizar su seguridad y sostenibilidad.

Yo sólo me pregunto en qué situación estaríamos hoy si no hubieran ocurrido estas dos catástrofes, si no hubiéramos abandonado y se hubiera seguido perfeccionando la producción de energía nuclear, en te caso quizá, y sólo quizá, no estaríamos en esta crisis climática que nos tiene agobiados. Pero eso es algo que jamás sabremos.