Retrovisor

Armando Escalante
Periodista y analista político

Tener los pies en la tierra para no sucumbir al falso halago es quizá la mayor cualidad que se puede alcanzar frente a uno mismo a la hora de ejercer el poder. En estos tiempos de flashazos, de luces de reflectores, de vídeos tiktoks y likes, confundirse en las alturas de un ladrillo, siembra la duda del auténtico liderazgo.

Lo peor que le puede pasar a un político, más aún siendo joven, es auto engañarse, creerse que las imágenes y los vídeos lo son todo; que los aplausos de las redes son de verdad y que sus logros “están a la vista”, cuando lo que la mayoría percibe es más de lo mismo.

Aplastar con unas obras viales a la mayoría de los automovilistas, pasarle encima a vecinos, afectar negocios, mover sentidos viales al antojo de quien sabe quién, así como desatender las quejas de los usuarios de las calles, por lucir un proyecto, es un caldo de cultivo que ojalá no se cobre en las urnas.

Desestimar la crítica, hacerse al sordo ante las sugerencias de buena fe, es otro peligroso paso que abre distancia con los aliados, los aleja y los pone enfrente. Son las víctimas de ese peligroso momento que sufren los gobernantes de creerse sus mentiras, y hasta pretender que las creamos los demás. Craso error.

Llegar al poder con el auxilio de muchas manos y en el camino dejarlas tiradas como si no existieran, es el más común de los errores que terminan de hundir a los líderes. No hay que desconocer a los que ayudaron en el triunfo, porque hace que no reconozcan tus pocos o muchos logros. Hay que saber admitir los errores.

El autoelogio, igual que la alabanza interna de los cercanos, confunde hasta los más grandes gobernantes. Es tan fácil engañarse con las cifras, con las obras, con los objetos tangibles, que luego todo eso se toma como si fueran resultados, dejando de lado la realidad.

Doblegarse ante el enemigo para llevar la fiesta en paz, callarse los malos tratos, silenciar el atropello del mayor tirano, tira por la borda la congruencia y cancela el respeto de los demás, en especial, de quienes votaron contra ese adversario. Que chiste tiene elegir a quien luego se une al contrario, aguantando el atropello, callando la injusticia. Así lo piensa el ciudadano que no se explica la sumisión.

Creer que las obras y los objetos van a hablar por sí solas y que con eso basta para autocalificarse y darse un premio, es marearse en las alturas de ese ladrillo.

Hay que aprender que el juicio popular supera los likes y no se deja encantar por colores de imágenes. Para nada, ante todo, se requiere humildad, pero sobretodo, voltear a quien te ayudó a llegar a donde estás. Los méritos alcanzados se pueden reconocer pero sin pasarle por encima a los aliados, menos festejar logros afectando a otros. En la político, cuando se va hacia adelante, el espejo retrovisor nunca deja de servir.

Quinto Informe.- La enorme obra en salud en pro de los más necesitados, de los enfermos, discapacitados; el apoyo a los infantes, a los abuelos, a las mujeres, a las madres solteras, junto con toda la ayuda social para los que menos tienen, destacan entre los mayores logros del gobierno de Mauricio Vila. Sobre todo cuando en el resto del país sucede lo contrario por culpa de Andrés Manuel López Obrador.

La modernización del transporte de pasajeros, la seguridad puesta por encima de todo, la infrastructura marítima y portuaria, son pilares muy fuertes en esta administración pero sin duda el trabajo en favor del ser humano será siempre lo que destaque.

El xix.— Desde este espacio comparto mi pesar por el lamentable deceso de dos personas cercanas: Emilio Edgardo hijo de mis amigos Emilio Moller Bauzá y Silvia Bernés Vinadé, a quienes doy el pésame junto con su nuera Flor Castro de Moller.

De igual modo, envío mis condolencias a mi amigo Fernando Castro Novelo, a sus hermanos, sobrinos y demás familiares, por el sensible fallecimiento de su señora madre, doña Nelly Noemí Novelo Romero. 

Descansen en paz.